jueves, 27 de diciembre de 2012

Balance anual y los juegos del hambre



Son muchas las leyendas en torno a la mandrágora, por eso me apasiona tanto esta planta y el mundo mágico que la envuelve. Se dice que trae buena suerte y que se puede utilizar como amuleto, sobre todo su raíz. En la Edad Media se contaba que nace espontáneamente bajo el patíbulo de un condenado a muerte, generada por la última gota de espera del hombre o debido a una erección y eyaculación postmortem. De la muerte de alguien que la sociedad ha decidido que sobra, nace la fortuna. Curiosa relación.

            El año 2012 pasará a la historia en España como un año de recortes brutales en derechos sociales. Se habla mucho de la Sanidad y de la Educación pero poco de los Servicios Sociales. Tranquilidad, nos estamos organizando, la marea naranja está en marcha, los trabajadores sociales blogueros estamos creando red, tomando decisiones conjuntas, tenemos muchas ganas de dignificar este sistema y nuestra profesión. Es el momento de los Colegios Profesionales, de la Universidad, de las iniciativas individuales y colectivas. Es el momento de crear eco con un mensaje común.
            No podemos estar satisfechos con lo que está pasando, con la falta de compromiso de las instituciones respecto a las necesidades reales de la ciudadanía. Es necesario luchar por el cambio de paradigma, no se está pidiendo limosna, se están reclamando unos derechos para cubrir un mínimo de calidad de vida. El progreso humano y tecnológico nos ha llevado a tal nivel de desarrollo que es una vergüenza y un absoluto fracaso que el reparto de la riqueza sea tan desigual y tan injusto.

            En la primera videoconferencia de trabajadores sociales blogueros que celebramos este 26 de diciembre hablamos de las campañas de recogida de alimentos, ropa, juguetes y de su reparto. La gente pasa hambre, tenemos la tonta costumbre de comer a diario, es normal que la sociedad y las ONGs se movilicen para paliar una necesidad inmediata, pero no podemos centrar toda la atención en poner parches que no generan bienestar ni progreso, ni consolidan un sistema de acción social por el que llevamos apostando ya muchos años. Otros compañeros (ahora recuerdo a Nacho, a Pedro, a Belén) ya han escrito en sus blogs sobre el tema y tenemos la obligación ética de hacer saber a los medios y a las instituciones que este no es el camino, que a la vez que ponemos parches debemos reivindicar una metodología de intervención que aporte soluciones duraderas. No podemos seguir sometiendo a la gente a la indignidad de pedir para comer. Hablemos de derechos, hablemos de una profesión, el Trabajo Social, que puede y debe aportar otros puntos de vista para salir de la crisis con el mínimo sufrimiento posible.
          
           En mi balance anual y en estos peculiares juegos del hambre quiero que prevalezca mi carácter dual, positivo y reivindicativo al mismo tiempo. Como la mandrágora, este año ha sido tóxico en muchos aspectos, pero tengo otros tantos motivos para la esperanza. Algunos ya los he mencionado, estamos ante un auténtico reto para los Servicios Sociales y de nuestra capacidad para hacernos oír depende que salgamos ilesos e incluso reforzados. Yo confío en que de esta condena a muerte que nos quieren imponer, lograremos que nazca una nueva planta de  la mandrágora que nos traerá la fortuna que nos estamos trabajando día a día. Tenemos una tierra fértil, es cuestión de abonarla juntos y con un fin común.
   
          Que tengamos un año 2013 marcado por el éxito de la ciudadanía comprometida con los derechos y no con las limosnas. ¡Feliz año de  los Servicios Sociales!

jueves, 20 de diciembre de 2012

Las mujeres invisibles



La semana pasada os anunciaba que el 17 de diciembre es el “Día por el fin de la violencia contra las trabajadoras sexuales” aprovechando para hablaros del libro de Montse Neira. Quiero insistir un poco más en este tema ya que a diferencia de otros días internacionales no tiene apenas repercusión. Y creo que es así porque hay realidades que preferimos apartar, situaciones que si no nos tocan o no son bonitas o no sabemos cómo afrontar elegimos de manera no del todo consciente echar en el olvido. 
            Existe una vergonzosa doble moral en este sentido. Pocos admiten usar sus servicios y sin embargo los españoles nos gastamos al día cincuenta millones de euros en prostitutas, una industria de dinero negro que parece no tener límites. No pretendo hoy entrar en debates sobre qué podríamos hacer,  habrá ocasión para ello ya que el tema me apasiona, pero me gustaría centrar la  mirada en ellas, en las mujeres invisibles, hacerles un pequeño homenaje porque ellas ríen, sienten, se lamentan, lloran, sufren, disfrutan, se aferran a la vida y luchan cada día en un mundo salvaje.
            En Servicios Sociales nos encontramos a muchas más personas invisibles, como ellas, y por eso mi homenaje a estas sirenas de falda corta quiero hacerlo extensible a todos aquellos que sin voz claman por un mundo más justo. Son fechas para cuidarnos, para estar con los nuestros, para darnos mucho cariño, pero también para pensar en quienes caminan por la cuerda floja de la integración social.
           
            Comparto, para hacer este homenaje, un texto de Fernando León de Aranoa, autor de la película “Princesas” y hombre comprometido con el mundo en el que vive. Es un texto que me emociona profundamente  y que está incluido en el libro de la asociación Hetaira “La prostitución a debate. Por los derechos de las prostitutas”. He pedido para ello autorización a su productora “Reposado” y amablemente me han permitido difundirlo. A mi me emociona mucho. A disfrutar.

                                                      "Las mujeres invisibles"

Las mujeres invisibles no existen, no trabajan en la Casa de Campo cada noche, no pasean casi desnudas entre sus árboles asombrados, como de bosque encantado venido a menos. Podréis verlas allí, haciendo equilibrios sobre la cuerda floja de sus arcenes, paseando inestables, hermosas, entre el caudal lento y metalizado de los coches. Podréis verlas, pero en realidad no estarán ahí. No tienen papeles que lo demuestren, que les den la identidad y la vida, el derecho a caminar por las calles sin miedo a los uniformes. Tampoco su trabajo existe, aunque pagan a diario los altos impuestos de la precariedad, la triple cuota diaria de la persecución y el dolor, triple por mujeres, por ilegales, por putas. Tienen tantos jefes al día como clientes abrazan su fe y los riesgos laborales que asumen son tan grandes que, de saberse, harían enrojecer a sindicatos, ministros y primeros de mayo.
Las mujeres invisibles carecen además de voz. Oiréis a muchos hablar en su nombre, nunca a ellas. Cuando las quieren salvar, cuando las quieren proteger, cuando las quieren esconder, cuando las quieren echar, tampoco podréis escucharlas porque nadie les pregunta nada, nunca.
Son las mujeres transparentes, las de la mirada secreta. La sociedad mira a través suyo, las oculta con disimulo bajo la alfombra desteñida del progreso y niega su existencia porque se avergüenza. No encontraréis a nadie, político o cliente, que admita haberlas visto, haber escuchado de su boca palabra, risa o lamento. Alguien vertió en su copa la pócima siniestra de la invisibilidad social y hoy vagan por los bosques desencantados que circundan las ciudades. Son las mujeres invisibles, los papeles las desmienten, contradicen su existencia, son una hipótesis sin formular aún: princesas confundidas, desterradas, que viven a diario el exilio forzoso de la desesperación.
Sin embargo, cada noche, en la Casa de Campo, sale vaho de sus bocas cuando ríen, reunidas en torno a la hoguera cómplice de su conversación. Si escucharais con atención las oiríais hablar con una ternura desacostumbrada de sus novios, de sus hijos, de lo que la vida tiene aún reservado para ellas; las oiríais discutir, prometer, lamentarse a veces, aunque discretamente, sin perjuicio de la alegría. Si escucharais, las oiríais también celebrar su cumpleaños un día, con un pollo rostizado comprado a los ambulantes que frecuentan sus espacios. Luego el brindis emocionado, cerveza y plástico, las palabras que se anudan en la garganta, los aplausos y las risas, los bolsillos de la memoria cedidos ya a la fuerza de tanta ausencia.
Mientras, a su espalda, el horizonte soberbio de la ciudad, con sus torres de cristal, duerme tranquilo, ajeno a todo, también a su propia fragilidad. Pero allí arriba, arriba, está la vida, hablando en muchas lenguas distintas el idioma común de la esperanza. Son las mujeres invisibles. No las podréis ver, pero son tal vez, lo único real.


                        Que disfrutéis de algunos días de paz!! Felices fiestas!!




viernes, 14 de diciembre de 2012

Una mala mujer


A los trabajadores sociales nos interesan las historias de vida, quizá por eso nos dedicamos a este oficio a veces ingrato. Yo me siento absolutamente feliz cuando veo que alguien que no me conoce de nada abre su alma para mí. Disfruto de sus gestos, de sus palabras, de sus lamentos, de sus lágrimas, de sus deseos, a veces también me regalan sonrisas. Pero sobre todo me ponen en bandeja de plata su vida, sabiendo que yo quizá la pueda juzgar o cuestionar. Puede que intuyan que no lo haré, porque cada persona vive su vida como quiere y yo lo único que debo hacer es acompañarles y orientarles en ese proceso.

Hoy tengo entre mis manos un relato vibrante, humano, apasionante, directo. Servido en bandeja de plata. Se trata del libro “Una Mala Mujer” de Montse Neira. Nunca la tuve en mi despacho, no la he mirado a los ojos, no me ha contado nada personalmente y sin embargo, su historia me ha emocionado tanto como cualquiera de las que oigo cuando ejerzo mi profesión.
Supongo que ha sido así porque el libro es verdad, pura y dura verdad. Una realidad, la suya, contada en primera persona y sin miedo, como un salto al vacío sin red. Una mujer que lleva muchos años ejerciendo la prostitución y que ha decidido esta vez sí, ser una mujer pública.

Imagino que no ha sido tarea fácil porque el estigma de puta pesa mucho, y sólo alguien muy valiente puede cargar con esa mochila para siempre en la sociedad de la doble moral. Claro que estar toda la vida escondiéndose también tiene que ser muy duro, como para volverse loca.
         Admiro profundamente a todas esas personas que no hacen las cosas por su único interés personal, que hacen de su vida un camino de compromiso ético, social, político. Pienso que Montse es una de esas personas, que ha decidido dejar de ser invisible para reivindicar que es una mala mujer. Con su testimonio puede ayudar a mucha gente, por eso me gusta que no deje de luchar por los derechos de quienes desde siempre han sido lo contrario a la buena hija, la buena hermana, la buena esposa, la buena madre, por los derechos de aquellas que no se dejan someter. Las malas mujeres son las que comercializan su sexualidad, por eso las llaman traidoras del género, porque son libres. Y aquí tenemos a una de ellas dando la cara por las que no saben, no pueden o no quieren hacerlo.
          
         Para abrir boca quiero contar una anécdota, algo que ella relata en su libro y que me impresionó tanto que me motivó a contactar con Montse. Cuenta que habiendo ya cumplido cuarenta años y pensando en el futuro decide ponerse a estudiar. Necesita, sin embargo, que alguien la oriente y tiene la genial idea de acudir a los Servicios Sociales de su Ayuntamiento. Le cuenta su historia a la trabajadora social y esta fantástica profesional de la intervención social en lugar de confiar en sus posibilidades le aconseja dejar la prostitución y ponerse a fregar.
Amo mi profesión, me genera tantas decepciones como satisfacciones pero a pesar de ello, sé que lo hago por vocación. Confío en las potencialidades de la gente, otra cosa no tendría sentido. Me gustaría pensar que hay pocos profesionales en Servicios Sociales como la mujer de la anécdota. Bravo por Montse, bravo por la mala mujer que decidió abrirse camino y hoy es licenciada en Ciencias Políticas sin haber dejado de ejercer la prostitución. Porque le da la gana.
Montse es una mujer generosa que me ha autorizado a que hable de su libro y de su experiencia. Ella también es una bloguera muy activa con mucho que decir y que compartir. Os animo a visitar el enlace que está aquí abajo, a la derecha.

Para terminar me gustaría contaros que el 17 de diciembre es el “Día por el Fin de la Violencia contra las Trabajadoras Sexuales”, una buena oportunidad para intentar conocer un poquito más esta realidad. No más agresiones, no más muertes, no más mujeres forzadas. Yo quiero mujeres libres que hagan con su sexo lo que les dé la gana.

Ah… os voy a contar un secreto: ¡Yo no creo que Montse sea una mala mujer!

sábado, 8 de diciembre de 2012

Historias de mi peluquera


Llamo por teléfono, pido cita, acudo a la hora. Me gusta este nuevo sistema de cita previa, te evitas tiempo de espera. El caso es que ya tenía necesidad de cortarme el pelo, las greñas me estaban invadiendo. No sé por qué hago tanta pereza para ir a la peluquería, con lo que uno aprende a base de escuchar las conversaciones que allí se producen.

Voy a una peluquería mixta desde hace poco tiempo, en mi barrio. La conversación de ayer me ha hecho pensar mucho. El negocio es de dos hermanas, una está de baja porque acaba de ser mamá y han tenido que contratar a una chica a media jornada. La peluquera me contaba lo difícil que ha sido encontrar a alguien que quisiera trabajar. ¿En un país con casi seis millones de parados ha sido difícil encontrar a alguien con ganas de trabajar? Difícil no, lo siguiente, me dice usando esa horrible expresión que se ha puesto tan de moda. De todas las que le han enviado del paro ninguna quería trabajar. Bueno, sólo una, pero estaba embarazada de seis meses y no era plan. Sólo querían la firma para no perder la prestación o antigüedad, según el caso. Así de crudo. Y yo me pregunto… ¿tienen a alguien que las mantenga? Qué feo y qué machista este pensamiento mío.
Siguiente paso: anuncio en un periódico local. Ahí hubo más suerte, pero por el camino varias llamadas rechazaron el trabajo al enterarse del barrio en cuestión. Y yo me pregunto… ¿qué le pasa a mi barrio? ¿los gitanos no pagan cuando van a cortarse el pelo?
Finalmente a una le interesó el trabajo, pero también tenía prejuicios con el barrio según contaría luego. Ahora parece estar contenta ¡aleluya! Como diría mi tía la monja.
En la conversación intervino también una clienta. Que si es normal, que con tantas ayudas como se dan la gente prefiere estar en casa en lugar de trabajar, que así va el país, y tal y tal y tal… ¡Y yo pensando que estaban recortando ayudas! A la edad de Cristo cualquier día me crucifican por iluso. No supe bien qué decir porque la clienta estaba convencida de que la gente prefiere vivir de ayudas por mínimas que estas sean. Yo le hablé del paro estructural y del paro voluntario pero que seis millones me parece excesivo. Creo que no me entendió.

La anécdota me sirve para reflexionar sobre los estereotipos sociales. La RAE define estereotipo como “imagen o idea aceptada comúnmente por un grupo o sociedad con carácter inmutable”.

Desconozco el motivo por el cual mi peluquera lo ha tenido tan mal para encontrar a alguien con ganas de trabajar, pero tengo la certeza de que en este país la mayoría de la gente prefiere vivir de lo que gana con esfuerzo y mérito personal. Sin embargo esta no es la idea aceptada comúnmente con carácter inmutable. Pues habrá que trabajar en cambiar esa idea, digo yo, pues la realidad es otra.

Aunque hay un problema: tenemos un gobierno que no muestra el más mínimo interés en hacerlo pues de estos estereotipos saca su beneficio político, a ellos les gusta mucho hablar mal de los parados. ¡Que se jodan! dicen. Si la gente piensa que este es un país de vagos que quiere educación gratis, sanidad gratis, medicinas gratis, vivir de ayudas y de no trabajar, entonces el Estado de Bienestar nos lo podemos cargar porque eso es simplemente “caridad para vagos”. Qué vergüenza, me gustaría que escucharan por una vez los dramas humanos que llegan a los Servicios Sociales. Seguramente algo aprenderían. Decencia, al menos. Y respeto.

Eso sí, mientras tanto a los corruptos, a los defraudadores, a los que no cumplen, en definitiva, a los nuestros: amnistías fiscales. ¡Bendito país!


jueves, 29 de noviembre de 2012

1 de Diciembre. Cuestión de dualidades.


Es posible que la mandrágora sea una de las plantas más fascinantes que existen, quizá por eso ha dado origen a tantos mitos y leyendas. Se trata de una planta altamente tóxica, que se ha llegado a utilizar como veneno. Sólo el hecho de manipularla con las manos puede provocar mareos y dificultad para respirar. Sin embargo, su uso medicinal es común desde tiempos remotos, sobre todo debido a los alcaloides que contiene su raíz, que se utilizan para la fabricación de analgésicos muy eficaces para mitigar o eliminar el dolor.
            Ejerce sobre mí una atracción irresistible todo aquello que tenga este tipo de dualidades, dos efectos tan opuestos pertenecientes a un mismo elemento.

            Me viene esto a la mente ante la proximidad del Día Mundial de la Lucha contra el Sida. Quienes llevamos años participando activamente en el movimiento anti-sida afrontamos este día con preocupación. Motivos no nos faltan. El panorama en esta España nuestra ha cambiado de forma radical desde el 1 de diciembre pasado. Llevo muchos años viviendo este día con especial intensidad, pero nunca he tenido la sensación que me invade en esta ocasión, es una mezcla de rabia y tristeza. Pero al mismo tiempo sé que tengo energía suficiente para afrontar lo que pueda venir.

            El Plan Nacional del Sida ha sido reducido a su mínima expresión, el presupuesto que las Administraciones públicas invierten en prevención y asistencia a los afectados ha experimentado los recortes más brutales. Todos estos cambios van a suponer un grave problema de salud pública difícil de pronosticar.

Y sin embargo, en esta ocasión, no quiero pecar de victimismo, de quejoso, de cansino… quiero ser positivo, sentirme capaz de afrontar este nuevo escenario con más energía si cabe, y con esperanza. El vih me ha enseñado muchas cosas a lo largo de mi vida. Igual de resistente que el virus, es la lucha que hemos mantenido frente al mismo, seguimos batallando y seguimos siendo fuertes.

El sida me ha enseñado que ante esta pandemia el hombre es capaz de sacar lo peor de sí mismo, lo más rastrero, lo más humillante, lo más indigno, su mayor miseria y su mayor violencia, el odio, el desprecio, el venero y la toxicidad, como la mandrágora… pero esta misma pandemia tiene otra cara, una cara  positiva, como la raíz de la mandrágora, que es capaz de aliviar dolores infernales, porque este virus ha sacado lo mejor que el ser humano tiene dentro: la generosidad, el apoyo, la amistad, el compañerismo, el espíritu de lucha, la capacidad de trabajar en equipo y plantar cara al estigma y la discriminación, las ganas de crear un mundo mejor y más justo. Y en eso estamos…

Ante la falta de apoyo institucional, adquiere un papel protagonista la sociedad civil, como siempre, las personas que nos estamos dejamos la piel en una guerra que sabemos con seguridad que acabaremos ganando.

Hoy quiero mostrar mi admiración a mis compañeras y compañeros del Comité Ciudadano Antisida de Zamora, una entidad que creo que ha llegado a formar parte hasta de mis propios genes. No nos vamos a rendir, tenemos coraje para seguir alzando nuestra voz. Las dificultades se pueden transformar en retos y oportunidades para saber quién está de nuestro lado y qué está dispuesto a dar.

Gracias, compañer@s: por los buenos momentos, por los malos, por todo lo vivido, por las risas, las lágrimas, la emoción, las dificultades y los sacrificios, por todo lo que me aportáis y por vuestra contribución social. Pero principalmente… por el camino que vamos a seguir transitando juntos!!

sábado, 24 de noviembre de 2012

25 de noviembre "El amor equivocado"

Un cuento de Jorge Bucay llamado "Sólo por amor" cuenta la  historia de un hombre y una mujer que se conocen y se enamoran, pero están separados por un muro. Se ven a través de hendiduras y ventanas y caminan de forma paralela hasta que aparece una puerta muy estrecha, a través de la cual el hombre decide pasar y encontrarse, por fin, con su amada. Pero la puerta es angosta y al intentar atravesarla, de perfil, se queda atascado, teniendo que sacrificar parte de su cuerpo, primero una oreja, luego un brazo y finalmente un pie. Cuando al fin se planta frente a su amada, después de todo el sacrificio experimentado, ella ya no le quiere, porque ha cambiado, porque ya no es el que conoció, el hombre del que se enamoró.

Esta historia nos habla del amor, del amor mal entendido, del amor equivocado. De enamorarse de una persona que con el tiempo cambia, o de una persona de la que aún no conocemos su verdadera esencia. Pensamos que el amor todo lo puede, que todo sacrificio es legítimo, que contigo pan y cebolla. Eso al menos nos han hecho creer.

El 25 de noviembre celebramos (¡rara palabra!) el día internacional contra la violencia de género. Es un buen momento para hacer una pausa y reflexionar sobre una realidad a la que seguimos sin dar una respuesta eficaz. Seguimos socializándonos en el amor equivocado, en el amor mal entendido, en el “me quiere, ya cambiará”.

La vergüenza que hoy siento ante la falta de sensibilidad de nuestro gobierno con este tema, no la puedo explicar con palabras. Sólo en este año que llevan en el poder se ha reducido el presupuesto en la prevención integral de la violencia de género en un 27 %, a lo que hay que sumar la reducción en asistencia social. La ministra Ana Mato ya no habla de violencia de género, ella habla de “violencia doméstica”. Volvemos al antiguo régimen.

Quiero recordar que según la Organización Mundial de la Salud la violencia de género es la primera causa de muerte en el mundo entre mujeres de 15 a 44 años. Y la muerte es sólo la punta del iceberg del sufrimiento que causa el dichoso patriarcado.

Hoy estreno este espacio con un homenaje a todas las mujeres que sufren y han sufrido el maltrato de canallas. Mi reconocimiento a su lucha silenciosa, su valentía y su sufrimiento.

Y por último una recomendación cinematográfica, que nunca está de más: “Te doy mis ojos” de Icíar Bollaín, una película del 2003 totalmente actual.