lunes, 30 de septiembre de 2013

Familia




La pasada Navidad llegó a la casa de mis padres una foto que hoy quiero compartir. Es la imagen que encabeza la presente entrada. Tiene muchos años pero es parte de donde vengo, lo que implica forma parte de mí. En la imagen salen mis abuelos, mi padre y sus hermanos. Uno de ellos ya no está con nosotros, no le llegué a conocer, pero hay gente que dice que me parezco mucho a él; su foto preside el salón de la casa de mis padres y no recuerdo que nunca la hayan movido de ahí.

Aunque la foto que hoy comparto es una composición digital (no todos estaban allí en ese momento), se puede observar que se trata de una familia humilde de la España rural de los años 50. La España profunda, que dicen. Todos han evolucionado mucho, todos hemos cambiado y hemos disfrutado de muchas posibilidades. Pero ese no es el tema de esta entrada, ese es tan sólo mi origen, mis raíces, el ancla que conecta mi presente con parte de mi historia familiar.

Recupero esta foto como excusa e introducción para hablar de la familia, de su importancia como institución social. Esa que algunos dicen que está amenazada en nuestros tiempos debido a las leyes que nos igualan en derechos.

En Servicios Sociales conocemos muy bien qué implica tener una familia que apoya, o tener, por el contrario, una familia que distorsiona el funcionamiento de uno o varios de sus miembros, o incluso no tener familia. La cosa cambia, está claro. No estoy descubriendo nada novedoso, aunque quizá quien tiene una familia de las que llamamos "normalizadas", no disfuncional, con una dinámica de apoyo mutuo y relaciones sanas, nunca se haya planteado qué implica no tener semejante tesoro.

Soy muy familiar, creo que para la mayoría acaba siendo el refugio en el que nos protegemos en los buenos pero sobre todo en los malos momentos. 

En los tiempos que vivimos, esta institución social está demostrando su impresionante fuerza. Las últimas décadas han sido un ascenso hacia arriba en adquisición de derechos y bienestar social. El Estado ha ido creando servicios y prestaciones de apoyo a las familias, al mismo tiempo que la sociedad iba cambiando y necesitando este tipo de apoyos. Sin embargo, la situación actual es de retroceso.

¿Y qué es lo que está pasando?

  • Ante la pérdida de trabajo y una situación de desempleo dramáticamente prolongada, y el recorte de la protección por desempleo, es la familia quien apoya, quien acoge, quien suple.
  • Ante la terrible situación de los desahucios o la pérdida de la vivienda, y la ausencia de políticas públicas que palíen este problema, es la familia quien apoya, quien acoge, quien suple.
  • Ante el progresivo desmantelamiento de la Ley de Dependencia  y la reducción de presupuestos para los Servicios Sociales, es la familia quien apoya, quien acoge, quien suple.
  • Ante el abandono sanitario, la pérdida de derechos de atención y el copago de medicamentos, es la familia quien apoya, quien acoge, quien suple.

Y así podría seguir con cada sistema de protección social que se ha visto afectado por la crisis económica, social y política. Pero también hay que recordar que las familias están perdiendo la capacidad de apoyo, cada vez más familias tienen a todos sus miembros en paro, los salarios y las pensiones están perdiendo poder adquisitivo a pasos de gigante y la tensíón es mayor cada día.

Qué haríamos sin la familia, es un pensamiento habitual y el agradecimiento es infinito, pero ¿hasta cuándo vamos a seguir sobrecargándola? ¿y qué pasa con quien no tiene una familia que le pueda apoyar?

Es fundamental que sigamos reivindicando los apoyos a las familias que están recortando de forma brutal, principalmente desde el gobierno. No lo podemos consentir.

Para terminar, una recomendación cinematográfica, por si aún queda alguien que no haya visto esta curiosa película, que ya tiene unos añitos: "Familia", ópera prima del director Fernando León de Aranoa. Se trata de una fábula que nos viene a hablar de la importancia de la familia, pero con un planteamiento muy original. Y ya que me he puesto muy serio, os dejo un pequeño adelanto en video, con una hilarante escena familiar entre un padre y una hija cualesquiera.




lunes, 23 de septiembre de 2013

ALMERÍA, EL OTOÑO, EL INICIO DE CURSO Y OTRAS ZARANDAJAS




Este verano he tenido el blog un poco desatendido, las entradas han estado más espaciadas y he ofrecido menos novedades. Además adoro el mes de septiembre para escaparme buscando sol y así alargar un poco más la etapa estival. Así que me encuentro en este momento, a punto de retomar de nuevo mi actividad laboral tras dos semanas de descanso, sentado ante el ordenador para formalizar, también a través de este espacio, el cambio de tiempo.

            El descanso es necesario para todo el mundo. El trabajo, que nos da de comer y nos proporciona un techo bajo el que refugiarnos, que paga facturas y según he oído nos dignifica (entiendo que sobre todo a quienes tenemos un trabajo vocacional), también tiene un nivel de tensión que se libera en nuestros tiempos de descanso.

            Estas vacaciones han sido de esas que  hay que marcar en rojo en el calendario. Septiembre de 2013: días excepcionales de descanso, magníficos días de nuevas experiencias y de otras ya conocidas, personas únicas con quienes seguir compartiendo momentos especiales y momentos rutinarios. A mi lado quien siempre está y a mi lado personas nuevas que quizá se queden para siempre.

            Almería, tierra de la compañera Belén, que se ha comprometido a indicarme rincones que aún desconozco de su provincia, ha sido el escenario de mi vida relajada en estos días que prometo recordar siempre. Y esta tierra que adoro y que tan buenos momentos me ha proporcionado, merecía formar parte de la raíz de la mandrágora, pues ambas tienen magia, están rodeadas de leyenda y según dicen, son curativas. Además, ambas son maravillas de la naturaleza, regalos para nuestros sentidos que revolucionan nuestras endorfinas a través de su belleza única, dándonos salud y vitalidad.

            Hoy estoy nostálgico y me ha dado por escuchar la canción “Números cardinales” de Andrés Suárez: si quieres, hacemos el verano algo más largo, si quieres, nos quitamos la ropa y leemos algo… Esa es más o menos la sensación que tengo tras regresar de la hermosa Almería en este repentino comienzo del otoño. Ganas de alargar un poco más el verano, ganas de olvidarme de la ropa unos días más, ganas de leer, de compartir un poco más de tiempo con las personas que me han hecho feliz, ganas de sentir un poco más el calor que en el duro invierno echaré tanto de menos.

Pero aunque en ocasiones no pueda evitar hacerlo, este blog no se creó para contar mi vida personal, y por eso quiero terminar esta entrada diciendo de nuevo HASTA AQUÍ, aportando mi granito de arena a la campaña del Consejo General de Trabajo Social. Porque pasado el verano, sigo siendo un ser libre que sólo calla cuando el silencio es la respuesta, que sólo calla cuando no merece la pena hablar, pero que sigue alzando la voz ante la injusticia incluso si el interlocutor se tapa fuerte las orejas, porque si quiero, también soy capaz de gritar. Y porque cuando se habla claro, incluso en susurros, el mensaje llega siempre a alguna parte. Dicen que las palabras se las lleva el viento, pero también son poderosas, van calando poco a poco, como el agua del mar.

            Y en este curso que comienza son muchos los temas que me siguen preocupando, pero también quiero hablar de nuevas prácticas que estamos poniendo en marcha en mi Centro de Servicios Sociales y de proyectos que me ilusionan. No sólo de reivindicación vive el trabajador social.

            Mientras cojo fuerza para seguir batallando contra los elementos adversos, os dejo con Andrés Suárez y su deseo de alargar un poquito más el verano.  Escucho esta canción y recuerdo a las personas con las que he pasado estos días. Y me emociona. Gracias chicos, porque seguimos compartiendo.


Si quieres, hacemos el verano algo más largo.
Si quieres, nos quitamos la ropa y leemos algo.
Que la luna siempre llena de tus besos.
  
            Hoy en mi recuerdo ocupa un lugar privilegiado el día pasado en la playa de los muertos, en el entorno del Parque Natural del Cabo de Gata, y la visita al pueblo de Las Negras. Quizá algún día, cansado un poco del mundo, busque allí refugio por una buena temporada, dedicándome a hacer pulseras con hilos de muchos colores y mirando cómo el sol sale y se pone mientras escucho el rumor de las olas del mar. Y con poco más seré inmensamente feliz. Y es que la vida gira y gira...


sábado, 7 de septiembre de 2013

Mecenazgo indecente o cuando las barbas del mecenazgo veas cortar...


        Quizá el título de esta entrada sea un poco exagerado. El mecenazgo no es indecente, pero el título ha salido de forma instintiva, sin pensar demasiado, así que he decidido dejarlo pues algún motivo debe haber para que los dedos se hayan desplazado por el teclado de esta manera. No se me ofendan, delego toda responsabilidad sobre este asunto.

        Algunas iniciativas de mecenazgo me resultan muy interesantes, y es el modo de sacar adelante proyectos que de otro modo nunca verían la luz. Por lo tanto, no seré yo quien lo rechace, de hecho ya conozco varios casos que apoyo totalmente. Un ejemplo que todos conocemos está en la declaración de la renta. Yo cada año marco la casilla de fines sociales y en función del número de cruces, el Estado dedicará más o menos presupuesto a este tipo de fines. No es lo ideal, existen fórmulas mucho mejores, pero que no sea la mejor, no le resta utilidad. 

        Surge la idea de este artículo a raíz de una noticia que me preocupa. Ayer oí de pasada algo sobre una Universidad española que había creado una bolsa de particulares para apadrinar estudiantes. No me enteré demasiado bien, así que decidí investigar en el maravilloso mundo de la red, descubriendo que ha sido desde el rectorado de la Universidad de Málaga que han puesto en marcha esta iniciativa. Indagando un poco más descubro que no es un hecho aislado y que las diferentes Universidades se están tomando muy en serio el tema del mecenazgo. Parece que es algo que se viene cociendo desde hace tiempo y yo estaba sin enterarme: el señor Wert ya propuso en febrero la creación de una ley de mecenazgo para la reforma universitaria. Si os interesa el tema os dejo dos enlaces: uno corto para gente con poco tiempo (también llamados vaguetes) y otro un poco más extenso para gente que se quiere informar con algo más de detalle (también llamados gente aburrida sin vida social). 

        No pongo en duda la buena intención de las Universidades. Las becas se reducen de forma drástica y las tasas aumentan hasta el infinito, convirtiendo el hecho de estudiar en un privilegio. Cada cual en su ámbito hace lo que puede para mantener en alguna medida lo que teníamos hasta ahora, pero si reflexionamos un poco sobre el asunto, dan ganas de tirar la toalla. Estamos creando un sistema arbitrario, en el que se está explotando demasiado la solidaridad de la ciudadanía y en el que para cubrir unos mínimos hay que ir a la televisión a contar tus miserias. Antes teníamos derechos, ahora tenemos mecenazgo.

        ¿Llegará esto a los Servicios Sociales públicos? La sabiduría popular nos dice que cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pongas las tuyas a remojar. Si en las Universidades empiezan a depender de particulares y empresas para financiar los estudios de aquellos que no se los pueden costear, ¿cuándo veremos esto en nuestro ámbito? Ah, calla, calla, que ya lo estamos viendo. 

        La prestación de Servicios Sociales se puede llevar a cabo de dos formas: mediante iniciativa pública o privada. Deberíamos tener muy claro a estas alturas que los Servicios Sociales Básicos han de ser públicos, y por lo tanto, basados en derechos, no pudiendo depender en ningún caso de mecenazgos de ninguna clase. Aquellos de iniciativa privada o social, que complementan a lo público, se podrán financiar por medio de la solidaridad ciudadana, y entonces tendremos una mayor protección social, pero deberíamos ser capaces de diferenciar ambos sistemas y entender por qué cada uno tiene su sitio y razón de ser.


        En los últimos meses me he dejado barba. No sé si habrá sido una decisión consciente, desconozco si ha sido una decisión inteligente, no sé si habrá sido pura casualidad. Creo que me debería poner a remojo. De momento, me lo estoy pensando.

¡Saludos!