domingo, 29 de diciembre de 2013

Familias de colores

              

          Conozco a muchas familias que hoy ni podían ni querían estar en la celebración de la misa de la familia en la Plaza de Colón de Madrid. Esta celebración (que no el día de la sagrada familia, que es otra cosa) es un invento del señor Rouco, digan lo que digan, que surgió como una forma de oposición frente al matrimonio homosexual. Yo lo llamaría rabieta, y a sus años, señor Rouco, las rabietas quedan fatal.

          Y es que hubo un señor en este país que hizo historia en el año 2005 al equipararnos en derechos y eliminar la normativa discriminatoria por razón de orientación sexual. Un señor apellidado Zapatero que ha caído en desgracia, ciertamente, pero que hace ocho años cumplió con su promesa. Y yo no pienso olvidar nunca eso. Este hecho histórico debió de crear algunas úlceras en la jerarquía eclesiástica española. Jamás antes vi a los obispos detrás de una pancarta (reconozco que mi memoria es limitada) y jamás los volví a ver después. Pero entonces sí, entonces salieron para decir que sólo los heterosexuales son merecedores de todos los derechos de ciudadanía. Y han ocurrido cosas muy graves que a ojos cristianos deberían ser un escándalo y motivo para salir a las calles en masa, el desmantelamiento del Estado del bienestar, se me ocurre, por ejemplo. Pero oye, ni mú.

          Hoy el señor Rouco ha vuelto a insistir en la defensa del matrimonio y de la familia cristiana, como la única con valor natural. Si los empachos navideños os permiten daros el gusto de revolveros las tripas, os dejo el enlace con su homilía de hoy. Por suerte, al menos en apariencia, el Papa Francisco está siguiendo otro camino algo distinto y el señor Rouco, bien es cierto que por una cuestión de edad, tiene los días contados. Quizá esta perversa celebración en la Plaza de Colón muera al mismo tiempo en que perdamos de vista al señor Rouco. El Papa Francisco habla de los refugiados y los exiliados, un tema que le preocupa más, pero Rouco no, el jefe de la Iglesia católica española está más preocupado por saber quién comparte nuestra cama. Porque si no es amor entre hombre y mujer no es amor verdadero.

          No deja de ser paradójico y hasta divertido, que la familia cristiana que tanto defiende este señor, tenga su origen precisamente en una familia atípica, la de Jesús, María y José, en la que la pareja de hombre y mujer no están casados y el padre de la criatura no es la pareja de la madre, sino el espíritu santo. ¡Santo Dios! ¿y se alarman porque dos hombres o dos mujeres se amen hasta el punto de querer vivir juntos y formar un hogar?

          Conozco familias que lo están pasando realmente mal en esta situación de crisis. Sin trabajo, sin recursos, a veces sin hogar. Estas familias no se sienten atacadas por la normativa que nos iguala en derechos sin distinción de orientación sexual, sino por los recortes sistemáticos del bienestar social. Eso sí son ataques y eso sí debería ser motivo de preocupación y denuncia.

          También conozco a personas cristianas que no merecen ser representadas por impresentables como el señor Rouco. Personas que merecen una Iglesia más preocupada por las verdaderas necesidades humanas, una Iglesia adaptada a los tiempos y que demuestre con hechos lo que un día dijo ese Jesús de Nazaret al que en buena medida han traicionado. Una Iglesia que exija a quienes nos gobiernan el reconocimiento de los derechos que una sociedad avanzada y justa debe defender por encima de intereses particulares. Una Iglesia que se preocupe por TODAS las familias y TODAS las personas.

          Las familias son mucho más que el sexo genético de sus componentes. Las familias son ese lugar donde nace, crece y se desarrolla el amor, el apoyo, la comprensión, el respeto y la aceptación incondicional. Las familias son refugio constante, son respiro emocional, son compañía y consuelo. Las familias tienen muchas formas, muchos matices, muchos colores. Yo no quiero familias grises, yo no quiero modelos que opriman, que limiten, que hagan sufrir.

          Yo quiero familias diversas. Yo quiero familias felices. Yo quiero familias de colores.



domingo, 22 de diciembre de 2013

Somos de colores



          Será que ya estamos inmersos en estas "entrañables fechas", será que se acaba el año y es hora de hacer balance, será que vemos más a la familia y a los amigos, será que es momento de reencuentros esperados y algún que otro exceso, no sé lo que será, pero hoy al sentarme a escribir sólo pienso en la igualdad. Sé que es un concepto muy manoseado, muy debatido, muy cuestionado, pero en su esencia se esconde de algún modo la justicia y la dignidad que quiero para todos los hombres y mujeres de este mundo, un mundo a veces poco habitable, a veces único, a veces cruel, a veces maravilloso y siempre fascinante.

          No voy a teorizar, no lo suelo hacer, creo que no se me da muy bien. Prefiero compartir una lectura que hice hace tiempo, pero que hoy, preocupado por la desigualdad y la injusticia que nos rodea, me viene a la memoria. Se trata del libro de ficción "Criadas y señoras" (The help) de Kathryn Stockett. Una lectura entretenida y con un trasfondo social que me enganchó hasta el final del libro. Un grupo de mujeres de distinta clase social lucha en la clandestinidad por acabar con la segregación racial, avergonzadas e indignadas por una situación que de facto conculca derechos por el color de la piel.

          El libro trata muchos otros temas relacionados con la desigualdad social y tan interesantes como la temática principal. Voy a compartir un extracto que me impresionó especialmente, que además de la discriminación por color de piel o clase social, añade la discriminación por orientación sexual. El relato es en primera persona, una criada negra cuenta su experiencia cuidando niños en casas de gente blanca:
“Ya me había pasado antes que los bebés a los que cuido me confundan con su madre. La primera palabra que dijo John Green Dudley fue “mamá”, y cuando la pronunció me estaba mirando a mí. Pero pronto empezó a llamar a todo el mundo “mamá”, hasta a su padre o a él mismo. Lo hizo durante mucho tiempo y nadie le dio importancia. Sin embargo, cuando empezó a jugar a vestiditos, a ponerse las faldas de su hermana y a echarse Chanel Número 5, todos nos preocupamos un poco.
          Estuve mucho tiempo sirviendo en casa de los Dudley, casi seis años. Cada tarde, su padre bajaba al niño al garaje y le zurraba con la manguera, intentando expulsar la chica que tenía dentro. Yo no podía soportarlo. Al regresar a casa, abrazaba a mi Treelore con tanta fuerza que casi lo asfixiaba. Cuando empezamos a trabajar en las historias, Miss Skeeter me preguntó cuál fue el peor momento que he vivido como sirvienta. Le contesté que fue cuando el hijo de una de mis jefas nació muerto, pero no era verdad. Fueron todos y cada uno de los días, desde 1941 a 1947, que me pasé esperando tras la puerta del garaje a que terminaran las palizas. Me gustaría haberle dicho a John Green Dudley que no iba a ir al infierno, que no era un monstruo de feria porque le gustaran los chicos. Ojalá le hubiera susurrado cosas bonitas al oído como hago ahora con Mae Mobley. En lugar de eso, me quedaba sentada en la cocina, esperando para ponerle pomada en las heridas que le dejaban los manguerazos.”
        Cada día en los Servicios Sociales nos encontramos con situaciones que desafían los conceptos teóricos de igualdad y justicia. A veces son las leyes y los procedimientos establecidos los que generan este tipo de sufrimiento innecesario. Considero que hemos fracasado como sociedad cuando lo único que podemos hacer es poner pomada en las heridas

          Este mundo lo habitamos personas muy diversas, personas de infinitos colores y matices. Somos diferentes, somos únicos, cada uno de nosotros es insustituible. Nos empeñamos en ver las diferencias como dificultades, cuando podríamos verlas como una oportunidad de aprender, de enriquecernos, de crecer y ampliar horizontes

         Está acabando el año y queda muy poco para empezar uno nuevo. Una vez más me comprometo a aprender, a seguir el camino de la diferencia que nos conduce hacia la igualdad. Sé que entre el blanco y el negro hay una gama infinita de grises, pero yo prefiero el arcoiris, porque al fin y al cabo, en este mundo, si somos capaces de mirar sin filtros, nos daremos cuenta de que los humanos estamos hechos de infinitos y preciosos colores.

Somos de colores

P.D. Os dejo, para terminar, una frase de Nelson Mandela:
"Todos sabemos cuan tenazmente puede el racismo aferrarse a la mente y hasta qué punto puede infectar el alma humana. Allá donde se sostiene en disposiciones raciales en el orden social y material, esa terquedad puede multiplicarse por cien".

lunes, 16 de diciembre de 2013

Cabezas de turco


Montaña Nemrut. Turquía.
         
          En la época de las Cruzadas, la rivalidad entre cristianos y turcos era tan grande, que cuando los cruzados mataban a un turco, tenían la edificante costumbre de cortarle la cabeza y clavarla en una pica, poniéndola a la vista del resto y acusándole de todos los males, reales e imaginarios. Parece que de aquella hermosa tradición viene la expresión "ser cabeza de turco", cuando una persona o grupo social, por ignorancia o de forma intencionada, es considerado culpable de males de los que en realidad no son responsables

          Parece demostrado que los humanos somos gente muy cazurra y seguimos cometiendo los mismos errores de siempre, por eso necesitamos cabezas de turco ante la imposibilidad de aceptar de forma responsable las consecuencias de nuestros actos. En tiempos de crisis sacamos lo peor de nosotros mismos, y la crisis económica actual lo pone de manifiesto. La lucha por los recursos es dura, pero llama mucho la atención que se busquen excusas para encubrir la verdadera causa, que no es otra que el dinero. Y acaba ocurriendo algo demencial: aparecen las más duras críticas teñidas de xenofobia y racismo.

          Los más débiles sufren las peores consecuencias, otra cosa que no cambia con el devenir de los tiempos. Y en el último escalón de vulnerabilidad están los inmigrantes. No están en su país ni en su entorno, tienen menor apoyo familiar y social, menor arraigo, menos oportunidades, más dificultad para el acceso a los recursos, mayores trabas burocráticas y para colmo de males les utilizamos de cabezas de turco como si fueran culpables de nuestra crisis. En este sentido os recomiendo una entrada del compañero Nacho Santás en su blog, que va de rumores: Se rumorea que "se lo damos todo" a los inmigrantes. Nacho nos demuestra que los extranjeros tienen mayores dificultades que los nacionales para acceder a los recursos. 

           Me preocupa mucho este tipo de actitudes y me preocupa mucho que seamos tan egoístas. Nadie se quejó cuando aceptaron los trabajos que aquí no queríamos, hemos puesto en sus manos a nuestros mayores, a nuestros enfermos, a nuestros niños... lo que supuestamente más queremos, pero ahora pretendemos echarles, y si intentan entrar, les recibimos con cuchillas. Esto de las concertinas en Ceuta y Melilla es una metáfora de lo que se van a encontrar si vienen a España con intención de quedarse: que sepáis que habéis venido a sufrir.

          En estas reflexiones estaba cuando mi compañera Eva Aguado me pone sobre la pista de lo que está pasando a nivel europeo. No nos despistemos, si la xenofobia social es preocupante, la xenofobia institucional es un problema muy grave porque afecta a los derechos humanos. A partir del uno de enero de 2014 Rumanía y Bulgaria entran en el régimen de supresión de fronteras y esta circunstancia está haciendo que a los gobernantes europeos se les caiga la careta. Reino Unido, Francia, Holanda y otros países, no parecen muy por la labor de una integración real. De España no diré nada, que nosotros somos menos sutiles y ponemos cuchillas. Si queréis conocer un poco más este asunto podéis pinchar aquí o aquí, aunque encontraréis mucha información por la red.

          Lo más llamativo son las justificaciones que utilizan los mangantes mandatarios europeos para su rechazo a la libre circulación: este tipo de inmigración viene a aprovecharse del sistema de bienestar de los países más ricos y van a pretender beneficiarse de las ayudas sociales. Me da hasta vergüenza transcribir esto, pero alguien tiene que decirlo.

          Volviendo a España y por aportar algunos datos, hemos de tener muy presente que ahora somos nosotros los que nos vamos fuera. En 2012 la población española residente en el extranjero aumentó un 6,3% con una cifra total de casi dos millones de personas. Son muchos españoles por el mundo ¿no creéis? Y la tendencia es que cada vez se vaya más gente en busca de oportunidades en países más prósperos. En el lado contrario, son casi cinco millones los extranjeros residentes en España, habiendo disminuido un 4% en el primer semestre del 2013. Si siguen así las cosas, en unos años la cifra podría invertirse, sobre todo teniendo en cuenta cómo les tratamos. Con tantos españoles fuera de España, nuestro gobierno tiene la cara dura de dejar a 900.000 inmigrantes sin tarjeta sanitaria en nuestro país.

          Como no quiero terminar con un balance negativo, comparto otro artículo que nos viene a decir que en España, a pesar de la crisis económica y de los ataques institucionales a los inmigrantes, somos bastante más civilizados que nuestros gobernantes, y no se han generado excesivos problemas de xenofobia, más bien al contrario, pues nos hemos unido en movimientos sociales de apoyo mutuo. El artículo aquí

De nuevo surge la dualidad que tanto me gusta, como esa raíz de la mandrágora que a lo largo de la historia se ha utilizado como potente veneno, pero también para crear fármacos que curan enfermedades y mitigan dolencias. Así que al mismo tiempo que sale lo peor que el ser humano lleva dentro, capaz de echar todo su venero y toxicidad contra otros grupos humanos, también sale la parte sanadora y más humana, la capacidad filantrópica de ayuda desinteresada, de acogimiento, de comprensión, de respeto.



P.D. Que no nos engañen ni nos manipulen, no busquemos cabezas de turco, busquemos soluciones.



domingo, 8 de diciembre de 2013

Desmontando el mito de Hansel y Gretel

Hoy os ofrezco dos "regalos" relacionados con el tema de la semana pasada: el vih/sida y sus consecuencias sociales. El primero es un cuento que escribí para contribuir a eliminar prejuicios. El segundo, al final de la entrada, es la canción de Rozalén "Comiéndote a besos", que habla del amor hacia un hombre seropositivo donde lo más importante son las ganas de sentir. Espero que los disfrutéis.





          Hansel y Gretel están profundamente indignados. Desde que se había corrido el rumor por el pueblo de que la chica del bosque era portadora del vih, la gente había decidido llamarla vieja bruja, creando un clásico estereotipo de cuento. Y si algo tienen claro estos dos, es que no es ni vieja ni bruja. Y es que a Hansel aún le hacen los ojos chirivitas cuando recuerda cómo esa belleza rubia y de pálida tez, les insistía el día en que la conocieron, con su voz aterciopelada, que podían tomar tantos dulces como desearan.

          Pero todas las historias tienen un principio y es conveniente empezar por el mismo para no liar al lector. Esta historia comienza con los apuros económicos que debido a la crisis (conocida por todos) atormentaba a padre y madrastra de nuestros protagonistas. Si bien es cierto que en un primer momento la madrastra propuso deshacerse de los niños, cuando vio el sufrimiento de su marido se dio cuenta del error. Siendo fieles a la realidad, no podemos responsabilizarla a ella de una idea infantil, ya que cualquier persona que haya investigado un poquito el mundo del cuento, sabe que los hermanos Grimm eran unos auténticos aterradores infantiles, por no llamarles directamente pedagogos terroristas.

          La verdad y nada más que la verdad, es que fue idea de Hansel ir al bosque para saber qué se escondía detrás de las historias sobre la vieja bruja. Si tenemos que definir a Gretel, podríamos decir sin temor a equivocarnos, que es una niña responsable, educada, estudiosa y generosa. Es decir, una repelente sabelotodo. Si tenemos que hacer lo propio con su hermano, entonces diremos que Hansel es el precursor de la generación ni-ni. Lástima para la madrastra del cuento que estemos en pleno Siglo XXI (por favor) y no en la Edad Media, donde el infanticidio era una solución drástica pero eficaz para los problemas de la economía doméstica. No había anticonceptivos, pero todo podía resolverse con un buen machete.

          Pero centrémonos, que nos estamos yendo por las ramas. Hansel convenció a su hermana para adentrarse en el bosque y como conocían el cuento de Garbancito, no tiraron migas para marcar el camino de vuelta, sino que utilizaron unas uvas robadas para este menester, pensando que los pájaros no se las comerían (en este punto es conveniente recordar que Hansel es ni-ni).

          Aunque quisiéramos honrar con este cuento la denostada figura de la madrastra, faltaríamos a la verdad si nos saltásemos un detalle de demostrada relevancia: ella vio cómo los niños salían furtivamente de la casa hacia la espesura y conocedora de los muchos peligros que les podían acechar en el bosque, no hizo nada por impedirlo. Claro, luego se quejan de la fama que tienen…

          Pasaron varias horas y no pocas penurias por el bosque, sin llegar a su destino. El problema era que no se sabían el camino y muy probablemente estarían caminando en círculo, perdidos. Cuando Hansel estaba a punto de coger a su hermana por los pelos y arrastrarla hasta el río para acabar de una vez por todas con su desagradable “te lo dije” que le taladraba la cabeza cada minuto y medio, llegó el milagro. Apareció la casa. Como salida de la nada se presentó ante ellos una maravillosa casita de chocolate, decorada con nueces, almendras, caramelos de fresa y canela… ¡y un montón de piruletas y porciones de turrón!

          Esta vez fue Hansel quien gritó a su hermana un orgulloso “te lo dije” y ella no dijo nada más. No podía hablar. Sólo deseaba comer hasta hartarse.

          El resto de la historia es fácil de contar. La casa por dentro era más bonita y colorista que por fuera, y la chica rubia que allí vivía les invitó a pasar y a saciar su hambre y su sed. Les dijo que se llamaba Bruja, pero que no era una bruja. Era todo belleza y amabilidad, como si llevase mucho tiempo deseando tener compañía, como si se supiese el cuento y tuviera la certeza de que finalmente ellos dos y sólo ellos dos, acabarían apareciendo. Nada de todas las historias que contaba la gente, nada de verrugas, ni de jaulas, ni de gatos negros. Y por supuesto nada de secuestros ni de un caldero con agua siempre hirviendo preparado para cocinar y comerse a los niños. También en esto nos engañaron los Grimm. Y la madrastra.

          Lo único que allí hubo fue una interesante conversación y una bonita pero desgarradora historia, la contada por Bruja a los niños, que la escuchaban con atención mientras comían dulces sin parar. Ella había sido una chica normal, divertida, estudiosa y con planes de futuro. Había tenido un par de novios amables hasta que un día se enamoró locamente de un capullo (según palabras de Hansel, desconozco en este momento si ese fue el adjetivo utilizado por la chica). Era guapo, aventurero… y qué moto tenía!! En fin, un auténtico encantador de serpientes. Así que se le olvidó que con él también tenía que usar condón.

          Un día ella se despertó y él ya no estaba. No cogió más su teléfono y tampoco contestó a sus mensajes. Y borró para siempre su cuenta en el Facebook.

          En este punto de su relato no pudo evitar que una lágrima resbalase por su mejilla, pero se repuso con rapidez.

          Bruja es una mujer optimista, ahora ya no culpa al chico de la moto. Fue ella quien tenía que haber tenido más precaución. Ahora está contenta, vive tranquila en el campo, come, respira, hace footing, la terapia antirretroviral mantiene el virus a raya y tiene un nivel de defensas cojonudo, como el de cualquiera. Vuelve a tener planes de futuro y le da igual lo que piensen en el pueblo. Ahora está feliz, dice que montará una escuela porque quiere ser maestra, pero pide a Hansel y a Gretel que le guarden el secreto, porque aún está ahorrando para conseguir su sueño, y los sueños que se cuentan, no se cumplen.

          Nuestros dos valientes protagonistas volvieron a su casa, pero no gracias al camino marcado por las uvas, de las que los pájaros ya habían dado buena cuenta, sino porque su recién estrenada amiga les acompañó.

          Poco a poco van superando su cabreo, porque a Bruja no le importa lo que piensen ni lo que digan de ella. Ahora cada tarde la visitan, ella les ayuda con los deberes y ellos le regalan sonrisas. Y sin duda, su sueño, cada día está más cerca.





domingo, 1 de diciembre de 2013

Uno de diciembre. Rojo sangre.




          Hoy, Día Internacional de la Lucha contra el Sida, me apetece compartir una historia personal. En el año 2002 un Eladio más joven hizo un curso impartido por el Comité Ciudadano Antisida de Zamora. A ese Eladio más joven se le abrió el mundo y al mismo tiempo liberó su mente de prejuicios y ataduras, pues conoció un rincón en Zamora donde la ausencia de juicio moral era la clave para sentirse integrado y aceptado. Supo desde el primer instante que de algún modo tenía que permanecer en ese espacio y contribuir a su desarrollo aportando su granito de arena. 

          Desde entonces soy voluntario de la entidad, aunque mi contribución actual es más limitada debido a tiempo y distancia física. Sin embargo, su lucha y reivindicación social corre por mis venas con la misma energía con la que comenzó en el año 2002. La diferencia es que ahora conozco más el terreno que piso y no estoy dispuesto a hacer concesiones a quien pone obstáculos para la erradicación del vih y del aún resistente estigma social.

          Los recortes en Sanidad son un eufemismo que se utiliza de forma consciente, deliberada y perversa. De lo que en realidad deberíamos hablar es de vulneración de derechos, porque atentan contra la vida y la salud de las personas. Si tiñen las manos de sangre a quienes toman las decisiones, no son recortes. Si convierten una enfermedad crónica en una enfermedad mortal, no son recortes. Que quede claro: SI MATAN, NO SON RECORTES. Ha llegado el momento de decir que nuestros gobernantes están cometiendo crímenes contra la ciudadanía a golpe de decreto-ley. Crímenes de lesa humanidad.

          ¿Alguien sabe qué pasó con el Plan Nacional sobre el Sida? Se esfumó. ¿Alguien sabe qué ocurrió con la prevención? Misterio. ¿Y el diagnóstico precoz? Ciencia-ficción, sigue sin haber una estrategia al respecto, habiéndose demostrado que es una herramienta imprescindible para la prevención. Por no hablar de los medicamentos genéricos que han aumentado el número de pastillas a tomar, reduciendo la adherencia, aumentando el incumplimiento y empeorando la calidad de vida del paciente; o del copago de otras medicinas también necesarias, o la retirada de la tarjeta sanitaria de personas inmigrantes en situación irregular, que tienen casi imposible el acceso al tratamiento. Si todo esto no es matar, entonces yo me he vuelto loco y no entiendo nada.

          Como en este día no quiero hablar sólo de las carencias, voy a aprovechar esta entrada para presentaros un proyecto que me parece extraordinario.

          El vih no sólo genera incomprensión y abandono, también llega a tocar las emociones de forma que algunas personas con talento son capaces de transformarlas en arte, un arte al servicio de la sensibilización social. Es el caso de Miguel Villalba Gómez que derrocha creatividad y sensibilidad con su canción "Destino hacia tu piel" que hoy comparto con vosotr@s. Cuando escuchas la canción descubres que está creada por alguien que sabe de lo que habla, pues en una única canción toca muchos temas: cómo actúa el vih en nuestro cuerpo, de qué se aprovecha, las terribles diferencias norte-sur, y sobre todo algo fundamental, que no podemos mirar hacia otro lado porque nos afecta a tod@s. Además es una canción preciosa y el videoclip muy emocionante, porque la gente se mira, se toca, se acaricia, se abraza. La gente siente y se comunica a través de la piel.

          Admiro profundamente a las personas que se implican en causas que merecen la pena, que dedican parte de su tiempo a contribuir con la sociedad más allá de sus intereses individuales, que logran encontrar una pasión y la convierten en motor de transformación social. Gracias, Miguel, por autorizarme a compartirlo, pero sobre todo por haber creado esta obra de arte.




          He acompañado esta entrada con una vela roja. Una vela es luz, esperanza, calor. Es una guía que nos orienta y ayuda. Es responsabilidad de tod@s mantenerla encendida.

P.D. En la próxima entrada continuaré con este tema porque tengo un par de regalos que quiero compartir.

¡Un abrazo, a ti que me lees, destino hacia tu piel, por compartir este camino conmigo!