viernes, 27 de junio de 2014

Orgullo LGTB 2014

       El año pasado, en esta misma fecha, escribí una entrada titulada "Motivos para el ¿orgullo?" en la que hacía un poco de historia y reflexionaba sobre si hoy sigue siendo necesario conmemorar el día en que por primera vez la comunidad LGTB dijo basta de persecución, de humillación y de armarios. Este año tengo mucho más claro que sí, que existen motivos de sobra para mostrar orgullo por ser homosexual, porque este año he sido yo el que ha sufrido la homofobia como jamás habría imaginado. Mostrarnos un día al año es importante, porque de este modo nuestras reivindicaciones llegan a mucha gente, pero visibilizarnos a diario es fundamental para consolidar el cambio. En nuestro propio entorno está la clave.

        Hace unos meses Pedro Zerolo declaró que había comenzado una lucha titánica contra el cáncer, provocando reacciones de todo tipo, la mayoría positivas, pero hubo otras. Las declaraciones de un cura de León destacaron por encima de las demás, por la homofobia y el desprecio hacia la vida humana que destilaban sus palabras. 

        En esta entrada os conté la aventura de recogida de firmas en la que me embarqué para luchar por la dignidad de las personas con una orientación sexual distinta a la mayoritaria y por la dignidad de las personas que padecen enfermedades graves. El principal objetivo aún no se ha logrado, el Obispado de León sigue sin mostrar la valentía y coherencia necesarias para solucionar el problema, así que este señor sigue amparado en la Iglesia católica y disfruta de su complicidad en el desprecio que manifiesta hacia los derechos humanos más básicos.

        Cuando inicié la recogida de firmas, aún activa en change.org por si alguien quiere firmar, lo hice de forma instintiva, sin calibrar las consecuencias. La mayoría de reacciones fueron de apoyo, las firmas crecieron exponencialmente en muy poco tiempo y la prensa no tardó en interesarse por ello. Periódicos tradicionales, prensa digital, radio y televisión informaron de la recogida de firmas, llegando al ámbito nacional. Pronto el foco de atención llegó a mí, como creador de la petición, algo que yo no había previsto, al menos en la forma en que ocurrió.

        Los comentarios en las noticias de internet eran previsibles, pero los  mensajes directos a través de redes sociales, llamarme a mi casa y dedicarme programas casi íntegros, me sorprendieron más. Desearme la muerte y llamarme enfermo, animándome a ponerme en tratamiento, son sólo algunos ejemplos de las cosas bonitas que me desean y de los insultos recibidos. Al mismo tiempo se daba difusión de mi lugar de residencia y datos para facilitar mi localización en medios de extrema derecha. Aunque he preferido no darle importancia, he optado por contarlo ahora por si alguien que me lea piensa que ya no queda nada por lo que luchar.

        Sí, hay muchos motivos por los que luchar, hay países donde amar es delito y en algunos de ellos ser homosexual te puede llevar a la muerte como sanción penal. En la Europa de Putin, la homofobia se ha institucionalizado. Niños y adolescentes sufren acoso escolar en los colegios de nuestro país ante la sospecha de homosexualidad. Algunos derechos, reconocidos en España desde 2005, tenemos que pelearlos porque las personas encargadas de cumplirlos aún no conocen los procedimientos legales. Y como guinda de un suculento pastel, recibimos amenazas e insultos cuando intentamos decir "hasta aquí hemos llegado". En otras ocasiones llegan a la violencia física. Quieren que tengamos miedo, porque si nos acobardamos, los que nos odian aumentan su fuerza y entonces somos más fáciles de controlar.

        El diccionario de cultura homosexual, gay y lésbica "Para entendernos" de Alberto Mira define la HOMOFOBIA como "miedo a la homosexualidad que se manifiesta violentamente". Varias teorías indican las causas de este miedo irracional, desde el deseo homosexual reprimido que siente el individuo homofóbico hasta la necesidad de afirmarse frente al mundo mediante el rechazo al contrario, pasando por la defensa del territorio, la tradición, la demostración de quién tiene el poder.

        Para terminar me gustaría recordar que, por increíble que parezca, en España se siguen cometiendo crímenes como manifestación de odio homosexual. Esta parece la delirante razón de la tortura, muerte y desmembramiento del cadáver de un hombre desaparecido en mayo en Gandía. Os dejo el enlace con la noticia.

        ¿Motivos para el orgullo? Sí, muchos motivos para el orgullo, pero sobre todo, para seguir luchando por nuestra dignidad y el cumplimiento de los derechos humanos para las personas LGTB en cualquier parte del mundo.

        Un año más, y con más fuerza si cabe: ¡Feliz orgullo!


jueves, 19 de junio de 2014

Soledad en la tercera edad


        En los últimos años me suelo fijar en el goteo de noticias publicadas, habitualmente en prensa local, que informan de ancianos fallecidos en su domicilio. Son ancianos que mueren solos y que nadie se da cuenta de su ausencia hasta días, semanas e incluso meses después. En algunos casos han llegado a pasar años. Personas que mueren sin que nadie se entere, personas olvidadas por el mundo.

Cuando leo alguna noticia de este tipo algo se resquebraja en mi interior, una sensación de que las cosas no cuadran, la idea de que hay algo que esta sociedad no está haciendo bien. Imagino la vida de estos ancianos, su infancia, su juventud, sus años más felices, esos años olvidados en que la sangre corría por sus venas, las sonrisas eran un hecho cotidiano y sus miradas intensas. Algunos tuvieron pareja, hijos, trabajo, reconocimiento, amistades, gente que les quería, algo parecido a lo que cualquiera puede entender por una vida plena, o algo parecido a una vida digna, el caso es que nunca estuvieron solos y  nunca pensaron que morirían solos, sin que a nadie le importase. Quizá vivieron de forma muy diferente a como vivimos la mayoría hoy, quizá pasaron hambre, conocieron la guerra, sufrieron la miseria, la dictadura, la opresión y la injusticia, pero nunca, nunca jamás estuvieron  ni se sintieron solos. Y nunca jamás imaginaron un final tan triste, sin alguien agarrándoles la mano, alguien que les diga una palabra de afecto, alguien que escuche su último aliento y derrame una lágrima por la pérdida del ser amado.

          Quizá otras personas, al leer estas noticias, piensen que a ellas no les va a ocurrir, quizá yo que hoy escribo sobre ello quiera pensar lo mismo. Quién sabe, quizá sí nos ocurra.

          Tengo guardada una noticia del mes pasado que ofrece un retrato sobre esta situación en Galicia (enlace) y rompe con algunas ideas previas que yo tenía sobre el tema. En el artículo se explica que se dan muchos casos de este tipo en la zona rural, ámbito en el que yo trabajo y por eso me sorprendió tanto. ¿Cómo es posible que alguien muera en su casa y nadie le eche en falta durante días, semanas o meses? Los pueblos están muy envejecidos, multitud de ancianos viven solos, en muchas ocasiones me cuentan que se visitan a diario sólo para comprobar que siguen vivos. Dan unos golpecitos en la ventana, comprueban que han sobrevivido a un nuevo amanecer, se dan los buenos días y siguen con su rutina

          A pesar de las desventajas de vivir en un municipio pequeño y los cada vez más mermados apoyos para la zona rural, existen también beneficios de residir en este entorno, al menos según mi experiencia. Uno de ellos es el mayor conocimiento de los Servicios Sociales, el boca a boca funciona muy bien en los pueblos, y cuando existen dudas, los Ayuntamientos son el lugar de referencia donde preguntar y desde allí nos llaman a nosotros. La maquinaria está bien engrasada y funciona con pocos fallos. ¿Sobrevivirá el sistema a la reforma de la Administración Local? Aún está por ver.

          Si un día llego a leer en prensa que ha muerto un anciano sólo en su casa en alguno de los 23 municipios que llevamos en mi zona de acción social, y no ha sido encontrado hasta mucho tiempo después, no daría crédito a la noticia. Y ante la posibilidad de que esto pueda ocurrir, debemos seguir trabajando para que los Servicios Sociales seamos el medio de referencia, el lugar que conozca las situaciones de vulnerabilidad social (edad avanzada, soledad, enfermedad, dependencia), prestando los apoyos necesarios para minimizar sus efectos, con preferencia de atención diaria (Servicio de Ayuda a Domicilio) e incluso 24 horas al día (Teleasistencia), entre los demás servicios y prestaciones que dependen de los Servicios Sociales.




        No me gustaría acabar sin decir que esto sí es responsabilidad de todos. Una sociedad con valores se preocupa de sus ancianos, les visita, les escucha, aprende de su experiencia y les ofrece apoyo, devolviéndoles parte de lo mucho que ellos han dado antes. Una sociedad avanzada y con valores no permite que nadie muera sólo en su casa y el olor del cadáver descompuesto se encargue de avisar de su final. Una sociedad que no encuentra remedio para esto es una sociedad nauseabunda.