viernes, 5 de septiembre de 2014

El cubo de agua helada y esas gentes de bien

Stephen Hawking, científico, padece ELA


      Un cubo de agua helada, una causa solidaria, lanzarse retos y sobre todo, la fuerza viral de las redes sociales, son los ingredientes que han logrado que la campaña 'Ice Bucket Challenge' sea un éxito mundial cuyos límites aún desconocemos. 

      Vaya por delante que yo no lo he hecho, pero no por falta de ganas (¡me apunto a un bombardeo!) sino porque nadie me ha retado. Sin embargo, lo que está ocurriendo con este reto va aumentando mi indignación poco a poco. Y no es por la gente que buscando llamar la atención hace auténticas barbaridades, sobrepasa límites y pone en riesgo su integridad física. Ese tema no me interesa demasiado, cada cual que asuma su responsabilidad.

      Y de eso precisamente es de lo que quiero hablar, de asumir responsabilidades. Me parece fantástico que la gente se solidarice con las personas afectadas por ELA, así como cualquier otra causa por la que realmente merezca la pena mojarse, estoy convencido de que esta campaña y lo mucho que están recaudando, dará un vuelco a la investigación y a la atención de los enfermos de ELA. Es cierto que sería muy interesante que esta generosidad viral repercutiese en otras asociaciones de afectados, oenegés y movimientos sociales, pero quizá sirva para que unos y otros agudicen el ingenio buscando alternativas de financiación y desarrollo.

      Sin embargo algo de lo que está ocurriendo me tiene entre sorprendido y cabreado, aunque a veces me pregunto por qué me sorprendo. Cada vez son más los políticos que se están sumando a la causa y sin haberme mojado aún, me está sentando peor que un jarro de agua helada. Miguel Ángel Revilla, Antonio Miguel Carmona, José Antonio Monago y Teófila Martínez, entre otros, ya lo han hecho. Como veis, los hay de todos los colores, en esto no hay distinción, sus asesores deben haber estudiado cómo mejorar la imagen pública de sus asesorados en la misma escuela. Si es necesario echarse un cubo de agua fría por encima para que el pueblo vea que somos cercanos y solidarios, nos mojamos y aquí no ha pasado nada.

      El pasado fin de semana leía en la prensa local de Zamora que Fernando Martínez Maíllo, presidente por el Partido Popular de la Diputación de esta provincia, también lo ha hecho (podéis ver aquí la noticia y el vídeo). Para quien no lo sepa, este señor es Vicepresidente de la FEMP y calificó en su día la reforma de la administración local como "importante avance" y "bueno para el municipalismo", entre otras perlas.

      Hace dos entradas os hablaba del vértigo, pero esa sensación ya se queda corta, lo que empiezo a sentir es auténtica repulsión, por el descaro de nuestros representantes políticos, esas gentes de bien. Esas gentes solidarias, que se esfuerzan por el pueblo, que trabajan sin descanso sin ningún tipo de interés personal y que si hay que mojarse, se mojan. Los políticos, los que toman decisiones, los que mandan, los que se mojan. Esas gentes de bien.

      Ellos son los responsables de la desaparición de muchas asociaciones y oenegés por falta de apoyo público y por la manera en que dificultan su trabajo, son responsables de la pérdida de bienestar de la ciudadanía, de los recortes en Servicios Sociales, en Educación, en investigación, en Sanidad. Recortes en derechos y en aspectos muy importantes para los enfermos, entre ellos los afectados de ELA. ¿Y ahora se echan un cubo de agua fría por encima para vendernos su apoyo y su solidaridad? 

      Un poquito más de vergüenza, por favor. Si realmente quieren mostrar su solidaridad, que den marcha atrás a la reforma de la administración local que pone en peligro la continuidad de los Servicios Sociales tal y como hoy los conocemos, que dejen de decir que los problemas de los ciudadanos no los van a resolver las administraciones públicas, que dejen de lado las estrategias en las que intentan enfrentarnos a unos sectores de la población con otros para que nos olvidemos de ellos, que dejen de recortar derechos y libertades. Que ellos cumplan con su obligación y que dejen la solidaridad en manos de los ciudadanos, donde realmente sí hay muchas gentes de bien.

La moda ha llegado a todas partes.