domingo, 31 de mayo de 2015

Relación de ayuda - Counselling


     El Trabajo Social es una de las profesiones en las que se hace RELACIÓN DE AYUDA y en cierto modo, nos define. A menudo nos quejamos de la falta de tiempo y oportunidad para hacer intervención social, al habernos convertido en meros gestores de recursos, pero incluso cuando nos limitamos a la gestión, podemos marcar la diferencia poniendo en marcha una serie de técnicas de relación de ayuda, muy útiles en nuestra relación con los usuarios de nuestro servicio, más aún en estos tiempos de recursos limitados. En este sentido recomiendo la lectura del artículo ¿Por qué decimos que "no podemos hacer intervención social"?

     Cuando comencé a colaborar con el Comité Antisida de Zamora aún era estudiante de Trabajo Social. Aprendí más en esta organización que en la Universidad y gracias a ella descubrí el counselling, una estrategia de relación de ayuda en la que me entrené y que procuro seguir aplicando en mi trabajo diario. 

     ¿Qué es el COUNSELLING

     Resulta difícil ofrecer una definición adecuada, pues su traducción literal limita en gran medida su significado. Esta metodología surge en el ámbito sanitario con un doble objetivo: mejorar la salud del paciente y cuidar al profesional, pero también se aplica en el ámbito de la intervención social, siendo un conjunto de herramientas que con el objetivo de lograr un mayor bienestar, intenta maximizar el nivel de competencia del profesional y del usuario, al menor coste emocional posible.
     
     Intervenir desde la metodología del counselling implica el manejo fluido de una serie de CONOCIMIENTOS previos, tanto de la propia metodología, como del contexto en el que intervenimos, de las personas que atendemos, de las necesidades humanas, de sus problemáticas y de los recursos del entorno. 

     Si trabajamos en Servicios Sociales tendremos que conocer bien el propio sistema y lo que podemos ofrecer, pero no será necesario un conocimiento profundo del vih/SIDA, por ejemplo, como sí será imprescindible para quien trabaje directamente en una asociación centrada en este tema.

     Para aplicar adecuadamente esta metodología, es necesario entrenarse en tres tipos de HABILIDADES

  • HABILIDADES EMOCIONALES: las emociones afectan en tres niveles (cognitivo, fisiológico y motor) tanto al usuario como al propio profesional e implican alteraciones emocionales; nuestra habilidad está en el manejo de estas emociones, antes, durante y después de todo proceso de ayuda, existiendo técnicas que nos lo facilitan si aprendemos a utilizarlas e integrarlas en nuestro día a día. No se trata de anular las emociones sino de evitar que nos bloqueen o nos desborden.
  • HABILIDADES DE COMUNICACIÓN: ser asertivo implica hablar menos y escuchar más, preguntar, empatizar, conocer los factores que facilitan la comunicación y aquellos que la dificultan, ser conscientes de que la comunicación no verbal es el 85% de la comunicación, y que podemos aprender a ser más eficaces para lograr los objetivos que nos planteamos.
  • HABILIDADES DE MOTIVACIÓN PARA EL CAMBIO: estrategias dirigidas a motivar, provocar, promover y consolidar cambios de comportamiento, que implican siempre un adecuado diagnóstico previo
     Todas estas habilidades requieren ENTRENAMIENTO para que no resulten forzadas, para que formen parte de nuestro repertorio inconsciente y para que afloren de forma natural. 

     Tres son las ACTITUDES del profesional necesarias para este tipo de intervención (Carl Rogers): 
     
  • ACEPTACIÓN INCONDICIONAL: implica ausencia de juicio moral, respetar la autonomía del otro en la toma de decisiones, reconocer sus motivos, sus recursos, su dignidad y su potencial de aprendizaje y cambio, pero también su posible decisión de no cambiar nada.
  • AUTENTICIDAD Y CONGRUENCIA: implica mostrar claridad y honestidad en la relación, desde el rol que ejerce cada cual y en el contexto en el que se está realizando la ayuda, así como congruencia en las palabras y las acciones. Supone, por ejemplo, decir que algo no se sabe cuando así ocurre, en lugar de buscar excusas o realizar intervenciones erróneas.
  • EMPATÍA: capacidad para comunicar la comprensión de la situación, circunstancias, emociones y preocupaciones del otro, asumiendo su punto de vista desde su marco de referencia, no desde el nuestro.
     Mostrar estas actitudes no puede ser una pose, no puede ser teatro, implica conocernos bien, tener claros cuáles son nuestros valores y nuestras prioridades para dejarlas fuera de la relación de ayuda, sin dejar de mostrar autenticidad y congruencia. Se trata de un proceso de aprendizaje personal que no acaba nunca, por lo que todo profesional de la intervención social debería revisar a menudo su propia ética personal.

     Se otorga al usuario, verdaderamente, el rol de protagonista de su propia vida, que una vez tiene en sus manos las herramientas necesarias (información, habilidades, motivación) tomará las decisiones que más se adapten a sus necesidades, intereses o circunstancias. El profesional tiene el rol de facilitador de este proceso, nunca tomará decisiones por el usuario, nunca le dirá cuál es, a su juicio, la mejor opción o la decisión más recomendable.

     De este modo, la relación de ayuda se convierte en un diálogo continuado entre el profesional y el usuario, a través del cual se va clarificando la situación de la persona que busca ayuda, dotándole de información, habilidades, motivación, estrategias y opciones, y empoderándole para que se sienta capaz de tomar sus propias decisiones.

     Nunca debemos perder de vista que quien decide sobre su propia vida es el usuario, y que tiene DERECHOS que no podemos conculcar: derecho a cuidarse y derecho a no cuidarse, derecho a mejorar sus condiciones de vida y derecho a tomar la decisión de no cambiar nada, en definitiva, derecho a acertar, derecho a equivocarse y derecho a aprender, teniendo en cuenta que el acierto y el error sólo él o ella habrá de valorarlo.

"Cuidando al cuidador" José Luis  Bimbela.
P.D. Para profundizar en el conocimiento de esta metodología, pues lo que aquí he expuesto es una síntesis muy breve, recomiendo la lectura el artículo de Jose Luis Bimbela "Cuidando al cuidador" y el libro-guía "Cuidando al Cuidador. Counselling para médicos y otros profesionales de la Salud" del mismo autor. De su lectura se deducirá fácilmente que lo que yo hago, bebe totalmente de estas fuentes. Y si queréis que os recomiende otras opciones bibliográficas, os podéis poner en contacto conmigo y os las facilitaré, aunque tengo intención de seguir abordando más aspectos de la relación de ayuda en el blog en las próximas entradas.

domingo, 17 de mayo de 2015

17 de mayo. Día contra la Homofobia.

"Jon and Alex" Premio Worl Press Photo 2014

     Hoy es 17 de mayo y el calendario me recuerda que se conmemora el Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia. Hace dos años en este blog os conté el origen de esta fecha (aquí) y justo hace un año compartí un cuento escrito por mí como herramienta de lucha y normalización (aquí). 

     Este año os podría enumerar muchos motivos por los que sigue siendo necesario hablar de  homofobia pero ¿sabéis qué? no me apetece. 

     No me apetece hablar del Tribunal de Justicia de la Unión Europea que considera justificado el veto a la donación de sangre por parte de homosexuales. Porque parece que nuestra sangre es una sangre enferma, una sangre pecadora, una sangre sin capacidad para dar vida a nuestros hermanos heterosexuales.

     Tampoco me apetece hablar del asqueroso y electoralista Plan de Apoyo a la Familia, aprobado en campaña electoral por el gobierno podrido que dirige este país, y que nos incluye a las familias LGTB entre aquellas con problemas y necesidades especiales. Al ministro Alonso le diría que nuestro principal problema es que alguien como él exista en este mundo y que no tenemos precio, que no estamos en el mercado, que nuestra dignidad no está en venta y que mi familia no es igual que la suya, claro que no, porque en mi familia no hay homofobia y en la suya sí, los problemas están en su familia, así que mejor que en ese apartado de su asqueroso plan incluya entre las familias con problemas a aquellas familias, que como la suya, están enfermas de homofobia, y que se gasten ese dinero en educarles.

     Y por supuesto no me apetece hablar de las agresiones que seguimos sufriendo las personas LGTB, del miedo a denunciar cuando las sufrimos, y de la ineficaz respuesta institucional. En enero mi ciudad, Salamanca, era noticia por una agresión de carácter homofóbico y las autoridades parece que no saben, no pueden o no quieren actuar de forma contundente. Estos son nuestros problemas, ministro Alonso, estos. Y a pesar de todo yo sí estoy dispuesto a donar mi sangre a quienes padecéis la enfermedad de la homofobia, porque el derecho a la vida, a la salud y a la dignidad están por encima de nuestras diferencias.

     Hoy podría reivindicar que quedan muchos pasos por dar para que las personas LGTB dejemos de dar la lata con lo nuestro. Una ley nacional contra la violencia por orientación sexual, luz verde a la gestación subrogada, una legislación más avanzada respecto a la transexualidad, firmeza ante cualquier discriminación en el entorno laboral, escolar, sanitario, etc.

     Sin embargo, hoy prefiero hablar de las buenas noticias, de visibilidad y de cambios, de todo aquello que ayuda a acabar con la homofobia. Prefiero hablar del primer ministro de Luxemburgo, Xabier Bettel, que se ha casado con su novio y a pesar de semejante osadía, su país no ha entrado en quiebra. Prefiero hablar de Toni Cruanyes, presentador de informativos catalán, que con absoluta naturalidad informó de su permiso por paternidad al haber sido padre junto a su marido. 

     Hoy prefiero acordarme de los dieciséis países que en los últimos nueve años han despenalizado la homosexualidad, de los dieciocho países donde el matrimonio entre personas del mismo sexo ya es una realidad legal, de los muchos países que están a un paso de conseguir la igualdad legal (¡ánimo Perú!) y de España, país pionero que este año celebra el décimo aniversario del matrimonio igualitario. Y aunque hoy me he propuesto hablar sólo de cosas buenas, me gustaría decirle a los 136 diputados que votaron en contra de esta reforma y a los seis que se abstuvieron que me dais asco y vergüenza ajena, este país no merece ser representado por gentuza como vosotros. A los 183 que votaron a favor simplemente ¡GRACIAS!

     Y para terminar quiero hablar de amor, de reconocerse en la mirada del otro, de sentirse a través de la piel, de saberse querido y valorado, de caminar en la vida junto a alguien que te ama y a quien amas, del derecho a ser feliz. Nadie puede robarnos la posibilidad de disfrutar de una vida plena. 

     Por eso he acompañado esta entrada de una foto ganadora, la imagen de una pareja homosexual en San Petersburgo, que ha ganado el Premio World Press Photo, uno de los más importantes premios de fotoperiodismo que ha contribuido, de este modo, a visibilizar la homofobia en Rusia. Creo que la mejor herramienta que tenemos para luchar contra el rechazo es la visibilidad de nuestra vida y nuestra forma de amar.

lunes, 4 de mayo de 2015

Einstein y el Diagnóstico Social

     
     En la anterior entrada hablaba de los nuevos perfiles de usuarios en Servicios Sociales, en esta quiero destacar la necesidad de hacer un buen diagnóstico. Sólo cuando nos preocupamos por estudiar cada caso y diagnosticar correctamente, podemos hacer una intervención adecuada y generalizar los procesos para aprender y mejorar. Este blog no lo leen únicamente trabajadores sociales, y me parece importante destacar que nuestra intervención no se hace al azar, ni según tengamos el ánimo ese día, ni en función nuestras muchas o pocas ganas de trabajar. Tampoco, aunque nos gustaría, por arte de magia.

     O al menos así debería ser, pura lógica ¿no? Pues tengo la sensación de que no siempre esto se entiende así. Un médico nunca receta un medicamento sin valorar los síntomas del paciente y hacer las comprobaciones y pruebas necesarias, nunca aplicará un tratamiento sin hacer un diagnóstico previo y pertinente. Los trabajadores sociales, antes de realizar cualquier tipo de intervención, también hacemos una valoración social profesional.

     Además se suele dar una situación muy curiosa y es que todo el mundo parece saber hacer diagnósticos sociales, o al menos eso se deduce cuando nos dicen qué recurso es el idóneo para tal o cual persona. Viene un sanitario y te dice "este señor no está para vivir sólo ¡te lo tienes que llevar a una residencia!" o el concejal de turno que te dice "hay que ponerle una asistenta urgente a Fulanita porque ya no se puede ni bañar sola", como si en nuestras manos estuviera llevarnos al señor en cuestión a donde nos venga en gana, o sacarnos de la manga un SAD urgente para Fulanita, sólo porque así nos lo indican.

     Presupongo la buena intención de quien tan alegremente pretende aplicar recursos sociales que a veces ni siquiera existen, y podría decir incluso que son casos puntuales, pero ante situaciones como estas, es necesario que los profesionales del Trabajo Social reivindiquemos un instrumento tan serio y determinante como es el diagnóstico social.

     Monserrat Colomer, trabajadora social con una importante trayectoria académica define el DIAGNÓSTICO SOCIAL como: 


Procedimiento utilizado por los trabajadores sociales por el cual se hace un juicio interpretativo de una situación personal o de grupo y establece la jerarquización de las necesidades según su naturaleza y magnitud, para encontrar la hipótesis de trabajo e intervención profesional como base de una acción programada que responda eficazmente a las necesidades.
    
     A nivel práctico lo que hacemos al diagnosticar es un juicio interpretativo, sobre las necesidades, que servirá de guía en la intervención profesional. Respecto a necesidades sociales ya hablé hace unos meses en las siguientes entradas: necesidades I y necesidades II.

     Con esta entrada no pretendo hacer ningún planteamiento novedoso, sólo dar a conocer esta fase tan importante del método de Trabajo Social y generar alguna reflexión al respecto, además de compartir alguna herramienta que nos ayude a diagnosticar.

     En este sentido os voy a hablar del Modelo operativo de indicadores de diagnóstico social, modelo desarrollado en un manual de Maite Martín Muñoz editado en enero de 2013 y que os podéis descargar aquí. Este modelo establece las siguientes dimensiones o ámbitos de necesidad que hay que valorar según los indicadores propuestos:



     No quisiera terminar sin aclarar por qué Albert Einstein forma parte del título de esta entrada y es porque me gustaría compartir la siguiente frase que se le atribuye: 

Si juzgas a un pez por su capacidad para trepar un árbol, pasará toda su vida creyendo que es un estúpido.
     
     Dicen que el Trabajo Social es una profesión que promueve cambios sociales y yo creo firmemente que así es, pero tenemos que ser minuciosos con lo que hacemos. Sólo valorando cada situación como única, cada persona, cada familia, cada historia de forma singular, sin juicios previos, en  profundidad, con mirada atenta y máximo respeto, seremos capaces de hacer un buen trabajo y promover el cambio, sin que ninguno de nuestros usuarios se sienta como el estúpido pez de la frase de Einstein. ¡Adelante con ello!