jueves, 29 de diciembre de 2016

¿Te atreves a no juzgar?


     El 2017 ya está aquí y es momento de hacerse propósitos para el nuevo año ¡vuelven los clásicos! Metidos en harina me dejo llevar por la tradición y comienzo con una idea que quiero convertir en reto ¿te atreves con ello? Sólo hay que poner en práctica el título de esta entrada, a ver si somos capaces de juzgar menos en este nuevo año y de valorar mejor las capacidades de las personas. Y que no se quede en los primeros días, como lo del gimnasio y lo de fumar, que nos conocemos.

     En mi anterior entrada hablaba de las matrioskas, esas muñecas rusas que se dividen por la mitad y tienen otras más pequeñas en su interior. Invitaba con ello a reflexionar sobre la forma en que juzgamos a las personas por su apariencia exterior, teniendo en cuenta únicamente un tiempo mínimo de observación y poco conocimiento sobre su realidad, su carácter, sus experiencias vitales, sus valores, sus deseos, sus ilusiones, sus frustraciones, su proyecto.

     El reto consiste en tomarnos más tiempo para valorar, darnos espacio para el análisis, para la reflexión, intentar llegar a la muñeca rusa más pequeña, a la esencia de la persona, si es que quiere que lleguemos a ella, respetando en todo momento su decisión. En cualquier ámbito de la vida me parece un ejercicio saludable, pero desde el trabajo social lo considero fundamental.

     Y para empezar por algún sitio, voy a compartir algunos EJEMPLOS de frases que se oyen en nuestro sector de vez en cuando y que reflejan actitudes poco favorables, pues juzgan de manera demasiado dura a las personas que atendemos o generan una expectativa que va a obstaculizar la relación de ayuda:

  • Si realmente tuviera necesidad, traería los papeles más rápido.
  • Es un crónico, no hay nada que hacer.
  • No cumple, nunca ha cumplido, esta vez tampoco cumplirá.
  • La organización económica es pésima ¡se gasta el poco dinero que tiene en... tabaco!
  • Hemos hecho todo lo posible y sigue sin reaccionar, no nos hace caso, ya no es nuestro problema.
  • A ver si se cambia de zona, que será la única forma de cerrar su expediente.
  • Se queda sin ayuda por su  mala cabeza ¡que lo hubiera pensado antes!
  • En cuanto ha entrado por el despacho lo he tenido claro: un pedigüeño.
  • Ufff inmigrante, ya verás qué marrón.
  • Si quieren ayudas que se alquilen una casa más pequeña, que los niños no vayan de campamento, que no tengan internet en casa, que se aprieten el cinturón...
   
     Y así podría seguir un rato, que cuando nos ponemos a juzgar y a cuestionar, nos dan las uvas. Cuando escribo esto no lo hago como crítica a otros profesionales, pretendo hacer autocrítica pues en algún momento yo también he dicho o pensado cosas de este tipo. ¿Se os ocurren más comentarios que hacemos de forma habitual y que deberíamos evitar? Quizá no sean tan evidentes, el reto consiste en detectar actitudes que de forma sutil están generando obstáculos en la intervención, poniendo etiquetas a las personas que será difícil quitar con el paso del tiempo.

     En definitiva ¿por qué nos empeñamos en juzgar sin haber opositado para juez?

viernes, 23 de diciembre de 2016

Las MATRIOSKAS y la relación de ayuda

Algunas de mis matrioskas de "manifa".
     
     Las matrioskas son esas muñecas rusas tan simpáticas y coloridas que se se abren por la mitad y se meten unas dentro de las otras. Cada juego de muñecas consta de un mínimo de cinco unidades, con la premisa de que han de ser número impar. Siempre me han llamando la atención, aunque el primer juego que tuve de este tipo eran en realidad pingüinos y venían dentro de un archiconocido huevo de chocolate, eran la sorpresa.

     Porque si viéramos estas muñecas por primera vez y por casualidad abriésemos la matrioska, esa sería nuestra primera reacción: sorpresa. Lo de fuera es una máscara, una mera apariencia, un disfraz, la verdad está en el interior, pero para llegar a ella es necesario seguir investigando hasta el final, hasta llegar a la pequeñita, a la auténtica esencia, tan bien protegida por las demás.

     Las personas también somos matrioskas ¿nunca lo habéis pensado? En realidad mostramos un disfraz, nuestro yo social, nuestra parte pública, las relaciones sociales son finalmente un baile de máscaras. ¡Y bien está que así sea! El mecanismo de la apariencia tiene como finalidad protegernos, pues la verdadera esencia la compartimos únicamente con quien nos da la confianza suficiente para hacerlo, con nuestro círculo próximo, con esas personas (familia, amistades, confidentes) que se han ganado disfrutar de nuestra intimidad. Y estamos dispuestos a luchar para que esa parte íntima y personal siga bajo nuestro control. Además tenemos diferentes capas, disfraces y máscaras que van siendo más livianas según aumenta la confianza y el grado de seguridad, igual que las matrioskas.

     Soy trabajador social, trabajo en un Centro de Servicios Sociales Básicos. A veces exigimos a nuestros usuarios que sea la muñequita más pequeña la que hable, cuando lo habitual es que sea la grande la que se siente frente a nosotros y con el tiempo, poco a poco, quizá, vayan apareciendo las otras, una a una. ¿Acaso yo, profesional, actuaría de otro modo si invirtiésemos los roles? ¿Acaso tú, que  me lees, actuarías de forma distinta? Bien, no exijamos aquello que no estamos dispuestos a dar. Formulado de otro modo estamos ante el refrán de la viga y la paja, una forma hipócrita y egoísta de aplicar la ley del embudo, que además es muy poco profesional.

     Tengo que reconocer que en mis inicios como trabajador social no hace tantos años era más exigente, me costaba más comprender por qué algunas personas no contaban desde el principio cosas relevantes para la relación establecida, siempre dentro del marco profesional. Si mi intención era ayudarles ¿por qué no me decían todo desde el principio, facilitando mi tarea? Hace mucho tiempo que sé que las cosas no son tan sencillas, que entre el blanco y el negro hay una interesante gama de grises, y que cuando ponemos color las combinaciones son infinitas. Yo prefiero el color.

     La relación, el vínculo, no se establece en un primer contacto. Hace falta tiempo, es necesario trabajar esa confianza que facilite las cosas. El counselling me ha ayudado mucho a mejorar mis habilidades y en buena medida a cambiar mis actitudes para conseguir este objetivo, al mismo tiempo que me ayuda a no quemarme. También el trato cercano, cuidar los detalles, levantarme de la silla y salir de detrás de mi mesa cada vez que alguien viene a mi despacho, ir a la puerta a recibirles y acompañarles cuando se van, lo mismo cuando les visito en su casa, ese espacio tan íntimo, intentar que todo fluya de la mejor manera posible, procurando no ser invasivo, intentando no juzgar con mirada represora. Sonreír, con los labios y con la mirada.

     En cualquier caso y esto es fundamental, todas las personas tienen derecho a compartir y a omitir cualquier aspecto de su vida, siempre procuro no perder de vista esta cuestión. Si hay algo que no me cuentan puede que no haya llegado el momento de hacerlo, puede que aún falte mejorar el vínculo para que lo compartan conmigo o simplemente es posible que no sea necesario para la intervención. Y si me entero de algo relevante por otras fuentes ¿realmente tengo derecho a utilizarlo? Considero muy importante reflexionar sobre esta cuestión, pues como trabajador social me niego a hacer funciones de policía o control social, como relaté recientemente en esta entrada.

     A veces me sorprendo cuando una persona, casi desde el principio, me cuenta su vida a calzón quitado, sin reservas, mostrando casi totalmente su esencia, la muñeca rusa pequeñita. Ocurre a menudo, en realidad, y entonces pienso que algo debo estar haciendo bien. Pero no hay que quedarse ahí, porque a partir de ese momento tengo una importante responsabilidad, la de utilizar esa información con absoluto respeto, sin juzgar, sin malinterpretar, procurando hacer una intervención adecuada. En eso no puedo fallar.

     En próximas entradas me gustaría profundizar un poco en la forma en que juzgamos a los demás, con ejemplos desde el Trabajo Social. Quizá nos ayude a reflexionar entre todas y a evitar esa actitud, a no caer en el fácil error de simplificar y juzgar, olvidándonos de que todas las personas somos matrioskas, y que lo apasionante es profundizar para llegar a la verdadera esencia.

miércoles, 7 de diciembre de 2016

Rastrillo de los pobres

     Hace unos cinco años y medio que vivo de forma continuada en Salamanca, me gusta esta ciudad que siempre he considerado parte de mí. En Salamanca estudié, aquí he hecho buenas amistades y de estas tierras es mi familia, aunque se fueran lejos buscándose la vida para después regresar. En el pueblo no había muchas posibilidades y había que marcharse para salir de la pobreza, para buscar un futuro mejor. Y lo consiguieron, vaya si lo consiguieron. En aquel momento el País Vasco ofrecía alternativas que la vieja Castilla no tenía, y en Bilbao vine a nacer, por casualidad. Por casualidad y porque mis padres hicieron cositas, claro. Relaciones abiertas a la vida creo que se llaman, no sé, yo de esas cosas hago pocas, o ninguna.

     Me gusta pasear por las calles de Salamanca, me gusta ir al centro y hacerme pasar por un turista más, disfrutando de la belleza de sus edificios, sus monumentos, sus iglesias. Me gusta ver que la ciudad está viva, que sus calles siempre están llenas de gente, la Plaza Mayor, imponente, observada por cientos de ojos que disfrutan de un lugar que es patrimonio de la humanidad.

     Hace unos días, en uno de esos paseos despistados por el centro, mis ojos ven un cartel que estropea una fachada. Pasada la puerta principal de la Iglesia de la Purísima, veo en el edificio un horrible cartel que no pega nada con la piedra dorada típica de esta ciudad. Lo peor estaba por llegar, pues hasta ese momento no había leído qué ponía. Una vez que lo hice maldije a Doña Tomasa, esa profesora que en mi más tierna infancia me enseñó a leer, la maldije tres veces, tres. Casi me pongo a rezar para no haber aprendido nunca a leer, pobre Doña Tomasa, qué culpa tendrá ella, que era una santa.

     "Rastrillo de los pobres". Tuve que sacar el móvil y hacer una foto, la que ilustra esta entrada, porque no me lo podía creer, necesitaba pruebas, algo que enseñar, estaba convencido de que si sólo lo contaba muchos se reirían de mí. ¿Un rastrillo de los pobres en el año 2016? ¡Imposible, qué ocurrencia, qué atrevimiento! ¿Quién iba a dar credibilidad a mis palabras? Se ha vuelto loco -dirían- qué pena, si parecía un chico de lo más centrado y de lo más sensato. Bueno, puede que nadie hablase de mi sensatez, pero estoy imaginando, dejadme hacerlo a mi manera, jopetas.

     Da auténtico dolor ver cosas de este tipo, aunque se hagan con la mejor intención del mundo, aunque sea para mantener el "Comedor de los pobres" (si esto fuera el Whatsapp pondría muchos emoticonos de rabia) durante todo el año, tan necesario. Por cierto, si queréis ver cómo era el rastrillo, a cuya inauguración acudió la concejala de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Salamanca, lo cual puede dar una idea precisa de su idea del bienestar social, enlazo la noticia aquí. Las imágenes son fuertes y pueden producir malestar general y vómitos, luego no me vengáis con que no os advertí, a ello me obliga por ley el Ministerio de Sanidad.

     En esta época pre-navideña está todo el mundo muy sensibilizado y con necesidad de lavar un poco su conciencia, estamos con ganas de dejarnos llevar por el buenismo imperante y colaborar con las causas justas para conseguir un mundo mejor. Y eso está muy bien, ojo, no seré yo quien diga lo contrario, pero además de buena intención, se requiere JUSTICIA, DIGNIDAD y DERECHOS, con el reconocimiento del otro, de quien necesita ayuda, como UN IGUAL. Todo lo demás es beneficencia y me cabrea, por muy buena intención que haya detrás, porque conlleva una dosis de humillación que no acepto.

     Si algún día pierdo mi trabajo, si las deudas me ahogan porque las cosas me han ido mal, si en algún momento mi situación es tan crítica que me veo en la calle desahuciado, si me veo paseando por Salamanca no como turista sino con ropa mil veces usada por otros y con un cartón como colchón, si vuelvo a esa pobreza de la que mis padres huyeron hace años para lograr que yo nunca tuviera que pasar hambre, si algún día soy pobre, espero no tener que pasar por la humillación de ir a un comedor de pobres, financiado con un rastrillo de los pobres y atendido por gente con muy buena intención que posiblemente me hagan sentir peor. Quién sabe, si algún día soy pobre y tengo que ir allí, es posible que acepte la situación con resignación, quizá con rabia, quizá con resiliencia o con satisfacción, quizá con entereza, quizá con la cabeza baja y diciendo gracias. Quizá. Quién sabe. Si un día soy pobre.


miércoles, 30 de noviembre de 2016

Este examen lo vas a pasar. No te lleves el virus a casa.



    El 1 de diciembre se conmemora el Día Internacional de la Lucha contra el SIDA, y en estos días se habla ampliamente de vih, se repiten los datos de forma insistente y realizamos actos dirigidos a la ciudadanía para recordar que es un problema vigente y que se hace necesario seguir reivindicando más apoyo para erradicar la enfermedad y el estigma asociado a la misma. A partir del día dos de diciembre el tema empieza a diluirse y la preocupación vuelve al cajón del que no saldrá hasta el próximo año. Y menos mal que tenemos un día en que los medios de comunicación se preocupan de nosotros, menos mal. 

    Desde el año 2002 colaboro con el Comité Antisida de Zamora, una de las ONG`s que más digno y necesario trabajo realiza de cuantas conozco. De mi pertenencia a esta entidad viene toda mi formación, preocupación e implicación en el movimiento antisida. Desde hace menos tiempo formo parte también de la asociación IGUALES, entidad desde la que en Salamanca luchamos por los derechos de las personas LGTB+. Desde esta asociación hace un tiempo que formamos una Comisión de Salud Sexual y estamos trabajando intensamente la prevención del vih.

    Y como los datos siguen siendo imprescindibles, diré que el 53,6% de las nuevas infecciones de vih en España se dan en hombres que tienen/tenemos sexo con hombres, los llamados HSH. Si somos apenas un 6% o 7% de la población ¿cómo es posible que nos llevemos más de la mitad de las nuevas infecciones? (datos Ministerio)

    En Castilla y León la cifra de infecciones en HSH baja un poco, pero nos llevamos el 41,67% de los nuevos casos y por primera vez en 2015, las relaciones homosexuales superan a las heterosexuales como vía de transmisión, en una comunidad autónoma que sufre una pérdida o sangría constante de población LGTB porque aquí no es fácil vivir sintiendo una afectividad no mayoritaria. (datos JuntaCyL)

    ¿A alguien más le escandalizan estas cifras o sólo a mí? No estamos hablando de porcentajes, estamos hablando de personas. Los hombres homosexuales somos un porcentaje pequeño de la población y nos llevamos la mitad de las nuevas infecciones, y debemos decirlo sin miedo. ¿Qué es lo que ocurre? ¿Somos más inconscientes? ¿Nos cuidamos menos? ¿Nos hemos olvidado del uso del preservativo?

    Ninguna de estas preguntas debería tener una respuesta afirmativa y si alguien cree que sí, debería estudiar un poco más el tema porque su ignorancia es vergonzosa. No, los hombres homosexuales y otros HSH no hemos perdido la cabeza ni somos más temerarios que el resto de la población, pues la falta de campañas y el olvido del SIDA en los últimos años ha hecho que todas las personas hayamos bajado la guardia, no sólo nosotros. Sin embargo, somos un colectivo más vulnerable por varios motivos, como son el tipo de prácticas sexuales que tenemos o la versatilidad, entre otros factores. Razones que exigen a los hombres que tenemos sexo con hombres que tengamos mucho más presentes las medidas preventivas y que hacen necesarias campañas y actuaciones específicas para nuestro colectivo, que hoy son prácticamente inexistentes.

    En la parte positiva, los HSH recibimos el dignóstico de vih de forma menos tardía que el resto de la población, quizá porque en nuestro colectivo existe una mayor conciencia o percepción de riesgo (desmintiendo por tanto la teoría de que nos cuidamos menos) y eso hace que comencemos antes el tratamiento y evitemos nuevas infecciones. Y para seguir fomentando el diagnóstico precoz, desde Iguales lanzamos una nueva campaña en Salamanca los días 1 y 2 de diciembre (ver cartel) en que realizaremos el test rápido de vih a quien se acerque a las mesas informativas que vamos a instalar.

¿Realmente crees que es mejor no saber? Anímate, hazte la prueba.

martes, 4 de octubre de 2016

Los escorpiones y el control social


     En una fábula atribuida a ESOPO un escorpión le pide a una rana que le ayude a cruzar un caudaloso río subido a su espalda, pues los escorpiones, según este señor de la antigüedad, no saben nadar, ni cruzar ríos, ni nada que se haga dentro del agua. El escorpión promete al bicho verde no hacerle ningún daño y el bicho verde accede a hacerle el favor, pero a mitad de camino el bicho negro y malo clava su aguijón en la rana generosa.

     "¿Cómo has podido hacer algo así de estúpido? Moriremos los dos" dice la rana. "No he tenido elección, amiga, es mi naturaleza" responde el escorpión.

     He contado la historia añadiendo unas cuantas etiquetas (bicho malo, rana generosa) porque esta fábula tan conocida me viene muy bien para lo mío y quiero que se entienda por dónde voy. Hoy quiero hablar del control social. Ese que de forma tan disciplinada y diligente ejercen algunas y algunos profesionales del Trabajo Social. Pongamos un ejemplo.

     Entra un usuario en el despacho de la trabajadora social (en masculino también me vale, por supuesto) a contar sus miserias y a pedir ayuda. La trabajadora social busca en cada palabra, en cada gesto, en cada actitud, algún signo de incoherencia, una mentira, el engaño o la exageración que el usuario por su naturaleza de tal, va a intentar colar a la rana generosa que a pesar de todo está dispuesta a ayudar, porque ella es así de magnánima (además de estar obligada a ello) pero con unos cuantos límites muy estrictos porque se sabe el cuento y no quiere que le claven el aguijón una vez más. Y a esos límites los llamará, por supuesto, INTERVENCIÓN SOCIAL

     La Política Social mal entendida, o al menos entendida desde un punto de vista que no comparto, impone a las y los trabajadores sociales un modo de intervención desde el CONTROL SOCIAL, que implica imposición de límites estrictos y compromisos por parte del usuario que son auténticas obligaciones en muchos casos insuperables

     Y esto tiene dos consecuencias, principalmente: 
  • La intervención no sirve de nada, porque en cuanto la relación de ayuda se establece en este marco de actuación impositivo, el usuario estará dispuesto a aceptar su naturaleza y "firmará"  lo que haga falta con tal de recibir la ayuda. Lógico, yo también lo haría.
  • El trabajador social no logrará una verdadera relación de ayuda basada en el vínculo con el usuario, que ha de ser el protagonista de sus cambios, si es que los necesita o está dispuesto a llevarlos a cabo. Nuestra misión es acompañar y promover cambios, nunca imponerlos.
     Pero muchos profesionales se meten felices en su papel de gestores de migajas adjudicadas a quien más las merece porque al fin y al cabo estamos repartiendo el dinero de todos y esto es cosa seria. Son aquellos profesionales que se han creído su función de control social hasta convertirse en su propia identidad profesional

     Las etiquetas son útiles, nos sirven para simplificar, al menos en un primer momento, y avanzar en el conocimiento de las personas y sus diferentes realidades, pero debemos entender que si nos quedamos únicamente con la etiqueta nos vamos a equivocar, porque las personas estamos llenas de matices, somos diversas, y no tenemos ni la naturaleza del escorpión ni la de la rana. Tampoco un término medio, la auténtica aventura es descubrir la verdadera naturaleza de cada uno, que para complicar y hacer más apasionantes las cosas, evoluciona a lo largo del tiempo.

    Como trabajador social prefiero alejarme pronto de las etiquetas (que no me gustan ni en la ropa, me pican) y aunque soy consciente de que muchas veces es lo que se espera de mí, no me van a encontrar del lado de quienes ejercen el control social. Yo quiero estar junto a las personas, conocer la realidad que me quieran mostrar y a partir de ahí, hacer un camino juntos en el que yo no imponga mi punto de vista. No es fácil, pero al menos hay que intentarlo.

     ¿Y si un día todos los profesionales del Trabajo Social nos negásemos a ejercer el control social y apostásemos por las personas, qué creéis que ocurriría?

P.D. Por suerte el mundo del Trabajo Social está lleno de grandes profesionales, con esto no quiero generalizar, pero también hay quien entiende la intervención de un modo que no comparto, y ese y no otro es el motivo de escribir este artículo.

miércoles, 7 de septiembre de 2016

Mentir a los usuarios ¡¡ERROR!!




     Una experiencia poco agradable en mi trabajo me ha llevado a esta reflexión que en realidad no es nueva. Un choque en la forma de entender la relación con los usuarios por parte de otra trabajadora social con la que tengo que coordinarme para algunos casos, y que ha generado un conflicto importante que me lleva a cuestionar cómo algunos profesionales del Trabajo Social entienden nuestra función y la relación que se establece con los usuarios.

     El caso no viene a cuento más allá del cabreo que me pillé ante la recomendación que me hizo esta "profesional" de que mintiera a los usuarios respecto al derecho que tienen a recibir una prestación de Servicios Sociales en una modalidad concreta. Que esta prestación se organice de ese modo afecta al trabajo de la empresa a través de la cual se presta el servicio vía convenio (¡gracias externalización!) y la sugerencia de esta compañera, ante la dificultad para la prestación del mismo en condiciones adecuadas y dignas, es: "puedes decirles que no tienen derecho". ¡Bravo, ética, no eres bienvenida en este juego!

     No obstante el tema va más allá del caso concreto, el tema de reflexión es la mentira, y respecto a esto me hago unas cuantas preguntas, pues me gustaría llegar a alguna conclusión, aunque sólo me sirva durante un tiempo:

  • ¿Es ÉTICO mentir a los usuarios? Bueno, esta pregunta es fácil de responder, ético no es. Ni desde el punto de vista del código deontológico en que se apoya nuestra profesión, ni desde otras perspectivas éticas fuera del Trabajo Social. Éticas particulares a parte.
  • ¿Es ÚTIL mentir a los usuarios? La respuesta a esta pregunta ya no es tan fácil, aunque quizá la dificultad radique en lo mucho que cuesta reconocer que en ocasiones mentimos a los usuarios porque nos resulta útil. También podríamos decir que adornamos la verdad, pero es que a veces la adornamos tanto que la convertimos en mentira. Hablo de esas ocasiones en que nuestra valoración respecto a algún tipo de intervención o la concesión de una prestación o servicio no es del agrado de la persona que tenemos delante y huimos de la verdad con descarada cobardía echando la culpa a los protocolos, la normativa, la comisión valoradora, los recortes o lo que nos pille más a mano. Cualquier cosa a cambio de evitar el conflicto. Lo he hecho y no me siento orgulloso de ello pero mentiría si dijera lo contrario ¡jolín con la mentira!
  • ¿Es NECESARIO mentir a los usuarios? Aquí llega el embrollo padre, porque no sé ni qué contestar. Intuitivamente respondo que no, que no es necesario, pero quizá otras compañeras de profesión puedan ayudarme a encontrar motivos que sustenten o contradigan mi postura. Porque indagando en mi cabeza pienso en alguna ocasión, extremadamente excepcional por fortuna, en que te enfrentas a un usuario conflictivo y decides faltar a la verdad, son los casos en que la mentira es necesaria porque es útil pero ¿te sientes bien al actuar así? En el resto de casos, pongamos como ejemplo que la trabajadora social que coordina el SAD desde la empresa adjudicataria del servicio te pida que mientas porque no tiene auxiliares en la zona, no, en ese caso no es necesario mentir al usuario, más bien al contrario es necesario luchar para que el derecho del ciudadano pueda ejercerse en condiciones óptimas.

     Si para algo me ha servido este blog en el tiempo que lleva de vida es para reflexionar sobre mi quehacer diario y de este modo, intentar mejorar mi forma de trabajar para sentirme más satisfecho a la hora de irme a la cama ¡maldita conciencia castradora! Así que si me dedicase a contar lo bien que trabajo y no reconociese que en ocasiones he mentido, no estaría colaborando al objetivo que me marqué cuando empecé a escribir.

     Ahora bien ¿mentir a un usuario respecto a sus derechos? Mira, por ahí no paso, y que me lo diga una compañera de profesión engorda mi vena Patiño. Y una vez en este punto no me aguanto la referencia al mito masculino por excelencia: sí, a todos nos gusta tenerla grande, pero la nariz en su justa medida, que al final los golpes van siempre al mismo sitio.

lunes, 29 de agosto de 2016

ATENCIÓN: ¡¡Equipo feliz en Servicios Sociales!!




     Trabajar en Servicios Sociales implica una carga emocional para la que no todas las personas están preparadas. Ejercer el trabajo social no es una tarea sencilla, exenta de riesgos psicológicos. He visto a alguna compañera sobrepasada por situaciones en el ámbito laboral, yo lo he estado más de una vez. No debe cundir el pánico, sólo hay que parar un instante, reflexionar sobre el momento en el que estamos, ver todos los factores en juego y sacar conclusiones que mejoren nuestra acción. Son los mecanismos del aprendizaje que nos prepara para afrontar futuros retos con mayor control de la situación, también a nivel emocional.

     A veces la situación personal o familiar afecta al trabajo. Hace poco alguien me dijo que no debería ser así, que nuestros problemas personales nunca deberían influir en nuestra atención a la hora de trabajar, pero no comparto esa opinión. Debemos procurar ser eficientes y dejar  nuestras preocupaciones personales fuera de nuestra intervención, pero a mí los superhéroes sólo me gustan en la ficción, prefiero saber que tenemos debilidades y que somos sensibles a lo que pasa a nuestro alrededor, no de otro modo podríamos ser buenos profesionales, cuando nuestra profesión tiene tan importante componente social y humano.

     Llevo una larga temporada en la que preocupaciones y ocupaciones familiares hacen que mi ánimo no esté a pleno rendimiento en todo momento, y a pesar de ello saco el trabajo sin demasiados problemas. Sigo atendiendo a la gente con la amabilidad y profesionalidad que me exijo desde que ejerzo el trabajo social con pasión, y no tengo más fallos o despistes de los habituales en mí (que son unos pocos). De hecho creo que este año estoy logrando organizar mi trabajo mucho mejor y eso me hace más eficaz.

    ¿Cómo es posible lograr todo esto si mi ánimo no siempre está a pleno rendimiento? Diréis que debe haber algún truco y os diré que efectivamente así es, hay truco. Y tengo EL MEJOR TRUCO DEL MUNDO, es absolutamente infalible, pero aunque lo voy a compartir en un instante, no está al alcance de todo el mundo. El truco está en las personas que me rodean. Por supuesto estoy bien acompañado a nivel personal, pero este blog no nació para hablar de mi vida, sino para compartir inquietudes profesionales y eso es lo que estoy haciendo en esta entrada.

     Siempre he tenido trabajando conmigo a los mejores profesionales y a las mejores personas. Puede parecer que me ciega el cariño y quizá en parte sea así, pero estoy plenamente convencido de lo que digo. Me ha ocurrido en casi todos los trabajos que he tenido, pero desde que ejerzo el trabajo social en Servicios Sociales, con la presión que implica en muchos momentos, un pilar fundamental han sido mis compañeras

     Soy consciente de que he tenido suerte, no todo el mundo tiene tan buen ambiente de trabajo como el que yo disfruto, algo fundamental para poder prestar una atención integral y de calidad a los usuarios del servicio del que somos responsables, pero supongo que también he puesto de mi parte para que las relaciones fluyan. Y es que aunque necesito mis momentos de soledad a menudo, si algo me apasiona en esta vida son las personas. Me encanta observar, analizar comportamientos, conversar, profundizar en las relaciones y disfruto como un cochino en un charco con lo mucho que aprendo cada día de la gente con la que tengo la fortuna de cruzarme en mi día a día.

     Y si las personas con las que tengo relación a diario son tan brillantes, alegres y optimistas como las de la canción de R.E.M. que hoy comparto, nada en esta vida puede salir mal. Gente feliz y brillante tomadas de la mano, gente feliz y brillante riendo. ¿Qué más se puede pedir para ir a trabajar cada día con una sonrisa?

P.D. 1. Si quieres saber más de mi día a día en Servicios Sociales puedes leer esta ENTRADA. Y si tienes interés en cómo empezó todo esto puedes leer esta otra ENTRADA.

P.D. 2. Es evidente que esta es una entrada de AGRADECIMIENTO, pero también quiero que sea de MOTIVACIÓN. Un mundo con gente brillante y feliz, a lo R.E.M., puede ser un mundo creativo y ¡alucinante!


martes, 19 de abril de 2016

Encuentro de Bloggers en Almería: rememorando 2015

     El año pasado me invitaron desde el Colegio de Trabajo Social de Almería a participar el cierre de las actividades programadas a lo largo del curso, antes del descanso estival. Pretendían hacer un encuentro dinámico, que dejase un buen sabor de boca a las personas colegiadas que quisieran participar y creo que acertaron con la propuesta. Un encuentro de bloggers para contar nuestra experiencia y hablar de Trabajo Social Digital, donde participé junto a Belén Navarro e Inmaculada Sol, tres frikis de las nuevas tecnologías que procuramos contagiar nuestro entusiasmo a las trabajadoras sociales almerienses.

     En este primer vídeo que comparto podéis ver un RESUMEN del encuentro, y haceros una idea de los temas que tocamos, así como del buen ambiente que compartimos.


     Os preguntaréis por qué hago este entrada habiendo pasado tanto tiempo. La respuesta es sencilla, y es que el Colegio de Almería ha publicado el encuentro completo en su canal de youtube, así que compartirlo en este blog me parece que ha de ser la respuesta necesaria al cariño con el que me trataron el año pasado. 

     Como tenéis la oportunidad de ver el vídeo completo no voy a extenderme en esta entrada, sólo os cuento de forma breve en qué consistió la actividad. En primer lugar hablamos de nuestra experiencia bloguera, con sus puntos fuertes y sus debilidades, que también las hay. En una segunda intervención, nos organizamos para transmitir otras cuestiones más prácticas sobre el  la creación y mantenimiento de los blogs y nuestra visibilidad como trabajadores sociales a través de las diferentes redes sociales

     A lo largo de nuestra intervención intentamos responder a preguntas como ¿es necesaria la presencia del Trabajo Social en internet? ¿qué es el Trabajo Social Digital? ¿qué ventajas tiene? ¿qué inconvenientes? ¿qué riesgos? ¿se puede hacer ciberactivismo? ¿encaja dentro de nuestro código deontológico? ¿es una forma de defensa de los derechos sociales y la dignidad de las personas?

     No os cuento mucho más, porque no quiero ser pesado, el vídeo ya es bastante largo, pero a quienes seguís este blog os animo a verlo a ratos, y que lo comentéis, es la forma que nos ofrecen las nuevas tecnologías para enriquecernos y seguir aprendiendo juntas. A continuación el ENCUENTRO COMPLETO:



     Por último aprovecho para reiterar mi agradecimiento al Colegio de Almería y a lo bien que me hicieron sentir en esta ocasión, seguro que volveremos a colaborar. Fue un placer. ¡¡Gracias!!

lunes, 11 de abril de 2016

25 años de colegio profesional en Salamanca y Zamora

Milagros Brezmes, Encarna Perez, Jose Manuel del Barrio, Eva Aguado, Beatriz Carballo y Eladio Ruano.

     En este año 2016 celebramos en el Colegio de Trabajo Social de Salamanca y Zamora 25 años de existencia y como las fechas simbólicas nos hacen echar la vista atrás, decidimos celebrar nuestra historia haciéndola coincidir con el Día Internacional del Trabajo Social.

     He estado tiempo sin escribir en el blog, otras ocupaciones  no me dejan tiempo para pararme a reflexionar y compartir mis escritos, pero esta ocasión no la podía dejar pasar, sobre todo por agradecimiento. 

     Agrademiento a las compañeras con las que compartí mesa en la Universidad de Salamanca para hablar de nuestra historia y felicitarnos por el camino recorrido, pero también por las preguntas que nos seguimos haciendo de cara al futuro, a nuestro papel como colegio en la sociedad y como profesión que promueve cambios.

     Agradecimiento a las personas que quisieron escucharnos ese día y a quienes se acercan a diario a nuestro colegio con ánimo de colaborar en el inmenso trabajo que un colegio profesional como el nuestro tiene entre manos. 

     Agradecimiento a Milagros Brezmes, Encarna Pérez, José Manuel del Barrio, Eva Aguado y Beatriz Carballo, por compartir un breve repaso por los puntos claves de nuestra historia y por el apoyo y las ganas de seguir colaborando, por dar la cara, por representar tan bien a nuestro colectivo profesional que en estos tiempos seguimos procurando hacer una labor digna en los espacios que ocupamos. 

     Siento un inmenso orgullo de ser trabajador social, sé que por mi carácter, mis valores y mis necesidades vitales no podría haber elegido una profesión mejor. Compartirlo con profesionales que tienen años de experiencia y una trayectoria de la cual puedo aprender, y con personas que se inician en este camino, el alumnado de Trabajo Social, con las ganas e ilusión que muestran, me parece una gran oportunidad.

     Para cerrar el acto, Toño Villalón, trabajador social charro, amenizó la jornada con sus "Microtontuneces" y nos contó un chiste que comparto, para que se vea que en nuestro colectivo también somos capaces de reírnos de nuestros lugares comunes:

"No señora, yo no me he colado, me he puesto en su lugar, y lo que usted llama morro, yo lo llamo EMPATÍA"

     Hace un año escribí en este espacio sobre los colegios profesionales, podéis leer esa entrada aquí. Decía entonces por qué me parece vital su existencia y qué función tiene un colegio de Trabajo Social, incluso por qué hace tres años decidí dar el paso de colaborar en la Junta de Gobierno de mi colegio. Os hablaba entonces de la forma en que vuelan los gansos, formando una V, pues de este modo cada uno de los gansos con el desplazamiento de aire que produce el batir de sus alas ayuda en el vuelo al compañero que va detrás. También os contaba que los gansos que van al final emiten un sonido con el único objetivo de animar a los que van a la cabeza, que a su vez cambian de lugar cada cierto tiempo, pues de otro modo se agotarían.

     Creo que es fácil entender por qué cuento la forma en que vuelan los gansos en relación al trabajo que se hace en un colegio profesional. El trabajo en equipo es fundamental, también el relevo en las responsabilidades y en último término, el ánimo recibido por parte de las personas que no pueden o no están dispuestas a asumir un mayor compromiso. Así entiendo que deben funcionar las cosas y así entiendo que han funcionado, pues de otro modo no habríamos cumplido este cuarto de siglo. Que sea por mucho tiempo. Gracias.

domingo, 31 de enero de 2016

La chica danesa


    "Este no es mi cuerpo, doctor. Por favor, quítemelo" es una de las frases del actor protagonista que encarna al pintor danés Einar Wegener (1882-1931) y su progresiva transformación en Lili Elbe, la mujer que siempre sintió ser, en la película inglesa "La chica danesa"

    Una frase que resume muy bien qué le ocurre a las personas transexuales y que en el momento de la película en el que se dice, logró emocionarme y desarmarme. Hay más frases que se me han quedado grabadas, más momentos, miradas, situaciones, sentimientos.

    "La chica danesa" es una gran película porque cuenta una gran historia, una historia real, la de la pintora Lili Elbe, una de las primeras mujeres transexuales en someterse a una cirugía de reasignación de sexo, a principios del siglo XX.

    Si tan sólo sirve para que el gran público tenga un mayor interés y aumente su conocimiento de esta realidad, la película habrá resultado útil. 

    En esta entrada del blog, sin embargo, me gustaría ir más allá de la película, al momento actual casi un siglo después de la muerte de Lili Elbe. En la mente de mucha gente estará ahora la historia de Alan, el menor transexual que el pasado diciembre se quitó la vida en Barcelona tras el acoso escolar sufrido durante mucho tiempo. Alan había conseguido el cambio de nombre en su DNI aún siendo menor, pero no pudo con el sufrimiento que padecía y se quitó la vida con tan sólo 17 años. Alan contó siempre con el apoyo de su familia, cambió su nombre y cambió de instituto, pero su entorno escolar siempre fue desfavorable.

    ¿Qué ocurre con las y los menores transexuales en los centros escolares? ¿Y con las y los menores LGTB? ¿Estamos haciendo todo lo necesario para evitar el acoso escolar a aquellos menores que son diferentes a ojos de  los demás?

    Supongo que es difícil que olvidemos el reciente caso de Diego, un niño madrileño de once años que se quitó la vida el pasado octubre y cuya carta de despedida ha sido compartida por sus padres, que buscan una explicación y una reparación justa que calme su dolor. Quizá busquen, por encima de todo, que ninguna otra familia tenga que pasar este infierno. Desconozco los motivos del acoso escolar sufrido por Diego, pero algunos testigos han declarado que la palabra maricón estaba entre los insultos que recibía habitualmente el menor (ver noticia). 

    No es necesario tener una orientación sexual o afectiva diferente a la mayoritaria ni haber nacido con el sexo diferente al sentido para sufrir acoso escolar, es suficiente con que lo parezca, es suficiente con aparentar debilidad, es suficiente con no cumplir con las características asignadas tradicionalmente al género masculino o femenino, como se nos enseña desde bien pequeños. Y estamos hablando de una situación, en ocasiones, con graves e irreparables consecuencias. ¿Para cuándo una ley que aborde de forma integral la lgtbfobia y especialmente la sufrida por menores?

    Mientras esto llega, no perdamos de vista todos aquellos recursos que ayuden a educar y a concienciar, que ayuden a sensibilizar y a crear un mundo en el que menores y jóvenes no piensen en el suicidio como única salida a su dolor. "La chica danesa" es uno de estos recursos, una película para sentir, para emocionarse, para aprender, para disfrutar y para experimentar profundas e intensas ganas de vivir.

    P.D. Existen en España entidades que apoyan a familias con menores transexuales, entre ellas la Fundación Daniela y la Asociación de familias de menores transexuales Chrysallis AFMT.